
Ali Wong, tía, te queremos. Te quisimos en tu primer monólogo, Baby Cobra, y te hemos querido aún más en el segundo, Hard Knock Wife. De rebote, también queremos a Netflix por colgar tus shows y que podamos darle a play hasta sabérnoslos de memoria. Ya habíamos visto antes la maternidad explicada en la tele y en el cine: en algunas ocasiones de foroma aberrante, como en Madre!, de Darren Aronofsky; otras simplemente malísimas, como en Mira lo que has hecho, la serie de Berto Romero; y otras veces, de manera muy guay, tal y como lo hacen en The Let Down. Pero jamás de los jamases alguien nos ha hablado tan bien como tú.
Por norma general y salvo honrosas excepciones como Chrissy Teigen, las famosas edulcoran la maternidad hasta tal punto que todo parece un puto camino de rosas y un maravilloso regalo de Dios en la Tierra, así por tu cara bonita. Pero en los monólogos de Ali Wong no pasa eso. En los monólogos de Ali Wong pasan cosas que nos suceden a todas en la vida real. Que levante la mano a quien no le ha parecido una auténtica jodienda estar haciéndose pis a todas horas embarazada de ocho meses. Que tire la primera piedra quien no haya querido regalar a su recién nacido al primer viandante con el que se ha cruzado. Y que se manifieste quien no ha sentido alguna vez verdadero odio hacia su pareja por culpa de haberla preñado.
Ali Wong es especialista en alargar chistes desagradables hasta el cringe máximo. En hacer el ridículo sobre el escenario sin miedo a resultar menos guapa. Es experta en llevarnos a lugares comunes donde, nada más llegar, todas pensamos eso de been there, done that. Y sabe como nadie mostrar la cara más pocha del supuesto momento más feliz de tu vida sin pudor alguno. Por eso amamos a Ali Wong.
Por eso y por poner como nadie cara de comer ojetes. Por dejar claro que ya no nos vale el hecho de que una mujer que se ocupa al 100% de sus hijos es lo socialmente aceptable y un padre que cambia un pañal sin ayuda es un padrazo responsabilísimo (y, mientras, hacernos llorar de la risa). Por normalizar un proceso tan demonizado como una cesárea. Y por lucir de manera impecable un vestido ajustado de leopardo estando a punto de parir.
Nos encanta Ali Wong porque, a las cosas odiosas que tienen el embarazo, la maternidad y el postparto no les resta un ápice de mierda. Las muestra tal y como son. Y porque, si tiene que usar su micrófono para decir que ella es quien gana más en casa. pues lo usa y punto.
Así que, en serio, si no has visto Baby Cobra o Hard Knock Wife, apaga el ordenador o suelta el móvil y enciende la tele. Ponte Netflix. Búscalos. Dale a play y, si mañana tienes agujetas de tanto reírte, cuéntanoslo en Facebook, Twitter o Instagram.
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