‘Asalto a Oz. Antología de relatos de la nueva narrativa queer’ o la vida toda

“-Los zapatos rojos de El mago de Oz. -No te puedes pedir eso para Reyes, es de niñas. -No es porque sean de niña, es que te llevan a casa cuando tienes miedo”.

Alana Portero. Fragmentos, Glitches y Bata de cola 

Comencé a llorar, no era un llanto pequeño, era grande, con unas lágrimas gordas con sabor salado, que llegaban a los labios como un río que había dejado atrás la mansedumbre y estaba desbordado. Llevo tiempo pensando en las lágrimas y su poder para expresar: lo que no se puede, lo que lleva tiempo sin decirse, lo que se guardó demasiado tiempo. Las lágrimas, los libros, el enigma.

Hace unas semanas que está en las librerías Asalto a Oz. Antología de relatos de la nueva narrativa queer publicado por la Editorial Dos Bigotes. Ay, lo queer: qué poder para desplazarse, para salirse del marco, para escapar, para ser injuriado, incomprendido, malinterpretado. Qué poder tan mágico para jugar con la ironía, con la carcajada triste, con el disfraz, con los verbos, con las máscaras, con los límites, con el insulto. Qué superpoder tiene lo queer para hacer preguntas grandes, para incomodar, para llevar y traer entre el borde y el centro, para nunca tener respuestas definitivas, qué potencial para contener en su interior el contagio de lo múltiple.

He leído el libro con avidez, como si el fin del mundo estuviese cerca. Y es que muy probablemente cada año es un pequeño mundo en el universo entero que es nuestra vida entera, y no quería terminar este año sin empaparme bien de lo que sucedía en los 15 relatos que componen esta antología. Me encantan los puzzles y su poder terapéutico; el ir encajando, ensamblando piezas, esa búsqueda del ángulo correcto, ese ir haciendo y deshaciendo infinito. Los puzzles tienen mucho que ver con lo que escribe Elisabeth Duval en su relato: “Los límites son una negociación entre imperfecciones”. Lo liberador de todas esas negociaciones es que nunca concluirán gracias a esa parte humana, a esa materia informe que siempre se resiste como un testigo rebelde a dar testimonio de esa imposibilidad de perfección. Los libros como este tienen ese todo lúdico que te permiten jugar con la linealidad; puedes asumirla y acatar las reglas, o por el contrario puedes comenzar a leer por cualquiera de los relatos que componen el todo.

No perderás nada en ninguna de las opciones. No faltan voces, no faltan silencios, no faltan los feos, ni faltan las gordas. No faltan los que se mueren por ser deseados, no faltan las que escupen verdades, no faltan los que viven en el mundo rural, no faltan los culos, los coños, las pollas, las tetas, la mierda. No faltan las amantes, no faltan las preguntas sobre las identidades, no falta el deseo. Nada falta, porque hay un empeño en que, como escribe Rodrigo García Marina: “la vida toda” habite por las páginas de este libro. Esa vida toda, que es tan nuestra, que tanto nos interpela, porque nos reprendieron diciéndonos que si cruzábamos determinadas fronteras nuestro castigo sería quedarnos fuera de lo humano. Menuda mentira.

Llevo mucho tiempo pensando en lo pegajoso de los silencios. Escribe Gema Nieto sobre el protagonista de su relato que le enseñaron a nadar en el silencio, a muchas de nosotras nos hicieron nadar en esas aguas turbias del silencio. Menos mal que, como escribe Rubén Serrano en el prólogo viviremos: “vidas que ya no se callan”. Y nuestra literatura nunca más ocupará las estanterías perdidas, estará en el centro, porque nuestras historias, son las historias de la vida toda y siempre estarán en el centro. Y sí, Rubén, qué alegría y qué deben sentir Federico García Lorca, Gloria Fuertes, los hermanos Moix y Esther Tusquets al leer estos relatos que contienen todo, sin miedos, o con mucho menos miedo. Gracias a todos los autores de Asalto a Oz, no puedo acabar estas palabras sin nombrar a cada une de ustedes porque han escrito uno de los libros más bonitos del año: Alana Portero, Ángelo Nestore, Aixa de la Cruz, Vicente Monroy, Gema Nieto, Miguel Rual, Lluis Mosquera, Miriam Beizana Vigo, Darío Gómez de Barreda, Sara Torres, Álvaro Domínguez, Rodrigo García Marina, Pablo Herrán de Viu, Elisabeth Duval y Óscar Espirita. Y, por supuesto, gracias infinitas a Editorial Dos Bigotes, menuda biblioteca para la memoria e identidad estáis construyendo. 

Leedlo, si fuese vosotras me haría este regalo de celebración de fin de año.

Podeís haceros con esté libro en vuestra librería favorita o aquí.

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