el hinojo nos azota los labios
lo que empleamos para besar
para guardar la palabra
Yo no entiendo de estructura poética, no tengo ni idea. No sabría distinguirte un cuarteto de un sexteto, y cuando lo he intentado he tenido que tirar de apuntes escolares de nivel muy básico para maquillar mi ignorancia. Pero de lo que sí entiendo es de narrativas y de ausencias, y son estas dos cosas con las que «desear la casa», el poemario escrito por Rodrigo García Marina y editado por Cántico Editorial, me han empapado.
El poemario de Rodrigo cuenta un historia que habla de la necesidad de un espacio propio —un cuarto propio como diría Woolf—,de los espacios que creías que tenías y al regresar se vuelven desconocidos, de aquellos que anhelas construir ante la anticipación del amor, aquellos que sientes que son jaulas para las vidas de quienes tienes cerca, y los fantasmas que recorren las casas y los hogares al más puro estilo del Carcoma de Layla Martínez.
También podemos hablar de su cubierta, su contracubierta y sus guardas: una foto de José Antonio Primo de Rivera intervenida por Dani Vera, fascismo al más puro estilo fanzinero/trapero; la exhibición de los cadáveres de Mussolini y de su fiel amante Clara Petacci entre otros líderes fascistas y ese cementerio de Paracuellos en las cubiertas interiores, esto nos da una clara idea, a nivel de imagen, de que nos disponemos a sumergirnos en otra manera de entender la poesía, desde la franqueza y lo jocoso incluso , desnudándola de toda la caspa de la alta cultura que pueda reposar sobre su hombro.

En el poemario de Rodrigo García Marina hay un recorrido personal y biográfico, también estético, una ausencia de (auto)prejuicios y un exceso de (auto)crítica que hace que sus versos naveguen entre la generación beat y la filosofía más nihilista.
También habla de las casas —¡ay, las casas!— tan soñadas , familiares y ajenas con el olor a costumbre pegado en las sábanas; y de cementerios, ese otro tipo de hogar perenne de los cuerpos.
Hay (des)amor visto desde la recuperación de la distancia y la necesidad del tacto y de sentirse cuerpo —solo cuerpo— y no mente ante el encuentro incierto de un amante recién descubierto.
Yo no entiendo de estructura poética, no tengo ni puta idea, pero sé de libros y este poemario es de los buenos.
Puedes hacerte con él en tu librería preferida o en la web de Editorial Cántico.