Qué ganas tenía Twitter de que Leticia Dolera hiciese algo mal. Qué ganas de poder soltar una ligera chispa para que la mecha se encendiese contra la catalana… pero es que, amigas, lo que le ha saltado en la cara no ha sido una mecha, ha sido la mascletá.
La actriz Aina Clotet iba a participar en la nueva serie que Leticia está dirigiendo para Movistar+ y, al comunicarle esta su embarazo, Dolera ha decidido que no sea una de las protagonistas porque, debido a su estado, ya no le encaja en el papel. Clotet iba a dar vida a una mujer que explora abiertamente su sexualidad sin intención de volver a ser madre y sus escenas de cama serían habituales por lo que, si el personaje está evitando un embarazo y el de Aina en ese momento del rodaje ya sería visible (estaría de casi 6 meses), así de primeras no resulta viable para la producción. Y decimos así de primeras porque, ahora que estos días todos nos hemos hecho expertos en camuflar un embarazo en una serie, sabemos que hay infinidad de técnicas para que no se note. Ahora todos sabemos buscar el ángulo de cámara técnicamente perfecto y conocemos a la perfección el vestuario y el atrezzo que se usa en este tipo de casos porque eh, Gal Gadot rodó Wonder Woman estando embarazada.
Vaya por delante que despedir a una mujer embarazada de su trabajo no es que esté feo, es que es ilegal; pero desgraciadamente es algo que sucede día sí, y día también, en todos los ámbitos laborales. ¿Qué hubiera pasado si hubiese sido un hombre el responsable del despido de la actriz? Pues que ni nos habríamos enterado. Pero no ha sido así. A Aina la ha despedido una mujer. Una mujer que, además, se ha autoproclamado voz de una generación y, como sabiamente dijo hace unos días Bob Pop en Late Motiv: «Cuando te vendes, no sabes muy bien qué compran los que te están comprando… y eso es muy jodido (…). El gran problema es que luego llegan las reclamaciones». Y a Leticia le han dado reclamaciones hasta en el carnet de identidad.
Es indiscutible que su error ha sido garrafal, y más cuando nadie se hubiera esperado que quien definiese el pasado febrero la gala de los Goya como un «campo de nabos feminista precioso» haya tomado decisión como esta solo unos meses más tarde. Ha sido esa a priori falta de coherencia la que nos ha llamado poderosamente la atención y la que nos ha decepcionado. Pero, aun a sabiendas de todo esto, no es contra Leticia contra quien hay que cargar, al menos en primer lugar. En primer lugar hay que cargar contra todo un sistema que, como definió Aina en su comunicado, nos deja a las mujeres «legalmente desprotegidas» cuando somos despedidas por estar esperando un hijo.
La excusa oficial de la directora ha sido que, debido a su embarazo, el seguro laboral de Aina tendría un aumento de coste que la producción no puede asumir, al igual que modificar los guiones, los planes de rodaje o contratar una doble para las escenas de cama del personaje. Y ante esto, la actriz puso su salario a disposición para cubrir este sobrecoste. Aina ha dado todo tipo de facilidades para poder trabajar en la serie, aunque eso le supusiera perder dinero… pero todo esto no ha sido suficiente para conservar su trabajo.
Probablemente esto no haya sido una decisión tomada por Leticia Dolera de manera exclusiva, y lo más seguro es que haya un equipo de producción detrás presionando, que ya se sabe que son los que manejan el presupuesto y que, desde el punto de vista empresarial, todos somos números, da igual que te apellides Dolera o Clotet y da igual lo implicada que estés en la lucha feminista. Seguramente a la directora no le haya quedado otra salida… o eso es lo que nos gustaría pensar, porque el activismo feminista de demuestra con hechos, no con tuits. Y a partir de ahora, va a tener complicado que nos creamos el suyo a pies juntillas. Es el mercado, amiga.
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