¿Alguna vez te han tocado en contra de tu voluntad en algún lugar público? ¿Alguna vez has sufrido acoso sexual en el trabajo? ¿Han hablado de ti en términos de «tetas” o “culo”? ¿Has oído a hombres hablar así sobre otras mujeres? ¿Te han besado contra una pared en contra de tu deseo? ¿Se han aprovechado de ti por el hecho de estar bajo los efectos de las drogas o el alcohol? ¿Te han violado? ¿Has sufrido abusos en la infancia? ¿Te han tocado de manera inapropiada cuando eras menor?
Pocas (o ninguna) podemos decir que NO a todas estas preguntas.
La masculinidad actual nos ha hecho interiorizar y normalizar situaciones de acoso y abuso bajo el epígrafe “son cosas de hombres». Existen sinfín de situaciones en las que nos culpabilizamos como víctimas y excusamos al autor de los hechos.
No todos los hombres violan, abusan, toquetean o se exhiben, pero sí muchos de ellos justifican, normalizan y defienden situaciones de abuso y denigración hacia la mujer. Y algunas incluso lo apoyan… lo que les convierte en cómplices de esta situación.
El productor de cine Harvey Weistein ha sido denunciado recientemente por un puñado de actrices, entre las que se encuentran Rose McGowan, Asia Argento, Angelina Jolie, Mira Sorvino y un sinfín más. Todas han reconocido públicamente violaciones, tocamientos y haber mantenido sexo oral con el productor en contra de su voluntad.
Pero Harvey Weistein es sólo la punta del iceberg en un sector como el cinematográfico, donde situaciones de abusos a menores son tristemente frecuentes entre los artistas (los casos de Woody Allen o Roman Polansky… por citar algunos que todo el mundo conoce). Por ejemplo, Shirley Temple dejó su carrera a los 21 años para evitar los avances sexuales a los que estaba sometida; y Molly Ringwald ha hablado sin tapujos para The Newyorker sobre las desagradables experiencias que vivió en el cenit de su carrera…
Courtney Love ya lo advirtió en 2005 y nadie le dio importancia, pero ¿por qué ha tardado Rose McGowan y las demás tanto tiempo en destapar la caja de Pandora? ¿Pierden credibilidad por ello? Rotundamente NO. Que lo hayan hecho ahora sólo constata una cosa: existe el miedo. Existe la culpa. Existe la creencia del “algo habré hecho”.
Esta situación ha llevado a un movimiento en redes sociales donde mujeres de todo el mundo reconocemos mediante el hashtag #metoo (#yotambién) que también hemos sido victimas de algún tipo de abuso. Somos las mujeres las que estamos haciendo viral y visible una realidad en la que también necesitaríamos la voz de los hombres. Hombres que dijesen «Yo también he tocado a alguien que no lo deseaba», » yo también me he aprovechado de una mujer/hombre ebrio», » yo también he usado mi poder para conseguir sexo», «yo también.. yo también». Porque nosotras no somos las que tenemos que reconocer públicamente nada, más allá de no avergonzarnos o no sentirnos culpables de nuestra situación.
El problema es enorme y debemos atajarlo unidos, cambiando los roles de masculinidad que ahora nos representan, educando en la empatía, el respeto y la igualdad. Porque mientras alguien te trate como si fueras ganado, hay trabajo por hacer. Porque en el mundo existen muchos otros Harvey Weinstein: los que no pertenecen a Hollywood. Los que viven en tu barrio. Los que trabajan contigo y los que tienes de amigos en Facebook. Esos Harvey Weinstein.
Yo también tengo mi Harvey Weinstein particular, ojalá tú no tengas el tuyo.
4 pensamientos