Candance se llama Candance, igual que una amiga que tuvo su madre. La primera
Candance murió cuando la segunda Candance tenía siete años. Candance segunda
solo recuerda haberla visto una vez, a los cuatro o cinco años
Cha-cha-chá (dueto), de Bego Antón y Sabina Urraca
Estás en el salón de casa de tus padres. Te fijas en todos y cada uno de los objetos que habitan en muebles y estanterías: un gallo de Lisboa, una réplica de las Casas Colgadas de Cuenca, enciclopedias viejas, un trofeo de un campeonato de mus, vasos de tubo del Atlético de Madrid, una fallera que trajo tu abuela de Valencia, marcos con fotos varias y recordatorios de comuniones —tu hermana, tu primo, la tuya, la de una chica que no conoces—. Lo contemplas todo mientras flashbacks se van reproduciendo en tu cabeza. Sensaciones agridulces. A Emilio Carrère esta práctica le producía una profunda tristeza. En su poema «El Rastro», incluido en Ruta emocional de Madrid, se lamenta al ver las baratijas de un puesto e imaginar las vidas de quienes anteriormente las poseyeron: «Taladrante hacinamiento; / residuos de tantas vidas / destruidas; / cada cosa es un lamento; / cada ajuar amontonado, / en montón indescriptible, / tiene un dolor indecible / de despedida al pasado». Debajo de la tele ves los álbumes de fotos. Hace tiempo que no hojeas sus páginas. Más flashbacks.

Risas, rabia, llantos. Te reencuentras con tus viejos amigos animales, con personas que no llegaste a conocer pero sabes quiénes son porque te lo dijeron, con música asociada a esos recuerdos. Ves otra imagen. La despegas. Te fijas en que tiene algo escrito en el reverso. ¿Un enigma? Cierras el álbum.
Una sensación similar se tiene tras leer, mirar y remirar cada página de Cha-cha-chá (dueto) (Ediciones Comisura, 2023), obra conjunta de la fotógrafa Bego Antón y la escritora Sabina Urraca. Los momentos divertidos, cotidianos e incluso enigmáticos —pienso en la imagen del marco con la foto de un perro o en la del plano del collar en el pecho de la mujer— de personas bailando con sus compañeros perrunos que Antón captura con su cámara conectan completa y espiritualmente con el tono del relato. Este, a cargo de Sabina Urraca, cuenta la historia de Candance, una poeta becada por una universidad que viaja hasta la casa de su madre en Milwaukee. Allí se reencuentra tanto con ella como con Spencer, su perro, que ahora vive en el interior de la casa. El retorno al hogar le traerá a la mente de Candance muchos momentos de su infancia y adolescencia, fragmentos que cobrarán un nuevo sentido al son de Unchained Melody de The Righteous Brothers. Se trata de un texto híbrido, como el conjunto del libro, en el que poesía, cuento y diario se alternan y entremezclan.
El retorno al hogar le traerá a la mente de Candance muchos momentos de su infancia y adolescencia, fragmentos que cobrarán un nuevo sentido al son de Unchained Melody de The Righteous Brothers.
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Su final anima a regresar y observar detenidamente una y otra vez. Cha-cha-chá (dueto) es un artefacto que invita a indagar en nuestra memoria, en lo oculto de las bases de nuestra biografía, en esas historias que hemos pasado por alto o que pensamos que ocurrieron de otra manera. No solo en su contenido sino también en su aspecto —las páginas en blanco, los párrafos sin justificar, la cubierta o el tamaño diverso de las fotografías—, que asemeja la apariencia de un diario, de esos que se encuentran al mirar en una cajonera cerrada desde hace tiempo. Una magnífica labor de edición, formato y diseño se adecúan manera perfecta —algo que caracteriza a las publicaciones de Comisura, editadas con mucho mimo—.
Puedes hacerte con este libro en tu librería preferida o en la web de Ediciones Comisura.