Me imaginé a mí con la actitud de Ane, que como faltaban sillas se sentó sobre la alfombra en posición de indio y se hinchó a Cheetos y tenía restos por toda la cara. Hablaba de pollas y comía Cheetos, y en ella eso no quedaba mal. Yo no sabía comer en público como ella.
Listas, guapas, limpias de Ana Pacheco, Editorial Troya (2019)
Cuando salió Historias del Kronen de José Ángel Mañas o Héroes de Ray Loriga se habló en el estado español del concepto de novela generacional, de un texto que representaba un modelo relacional entre los jóvenes pertenecientes a la Generación X. Ambos libros, exitosos, el primero sobre todo en su versión audiovisual dirigida por Montxo Armendáriz, son buenas novelas, sin duda, pero dejan la sensación de que aunque se supone que hablan de cosas que remueven a la generación a la que perteneces, son mundos paralelos con los que no puedo identificar mis dolencias emocionales ni mi crecimiento personal.
Listas, guapas, limpias de Anna Pacheco y editado por Caballo de troya ( quienes se están convirtiendo en una de nuestras editoriales de referencia gracias a libros como este y a Cambiar de idea de Aixa de la Cruz) es una novela llena del cinismo propio de la post adolescencia, de esa franja entre la infancia y la adultez temprana donde hay que ir tomando las primeras decisiones y viviendo los primeros duelos.
Porque ser Listas, guapas, limpias fue a lo único que podíamos aspirar las nietas de la postguerra, las hijas de aquellas madres de la represión franquista y la sección femenina, en las que solo estudiaban los varones de las familias modestas y las mujeres aspiraban a casarse. Esas mujeres que no enseñaron a su generación de hijas a zurcir ni cocinar, que se centraron en que estudiáramos como si eso fuera el stargate a una vida mejor, lejos de todo ese pasado mediocre y resignadamente feliz que ellas asumieron.
La protagonista de Listas, guapas, limpias, no tiene nombre, solo entrevemos una inicial N , N de nihilismo, que es el que parece dominar su momento vital actual. N vuelve a su barrio de siempre, a sus costumbres y amigos de infancia y adolescencia, después de una infructuosa intentona de abandonar a su novio del instituto que a esa edad parece de toda la vida. La protagonista ha comenzado la universidad y con ella una etapa de relacionarse con gente muy distante cultural y económicamente de donde ella proviene. Gente que lee libros. Que escucha discos que ella que no conoce. Y el sentimiento de dejar de pertenecer a algo sin haber empezado a pertenecer a otro espacio nuevo. Un himno a la otredad constante, llena de personas que han nacido y se han mantenido sin metamorfosis sociales o emocionales como son sus amigas Yaiza y Ane respectivamente.
Mi abuela me decía : nunca te cases, viaja mucho y ten muchos novios, como la abuela de N le transmite, liberada tras su viudedad , y ambas saben de lo que hablan, porque nunca lo vivieron. Y es esa lluvia suave de lugares comunes lo que hace que lectorxs a los que separan veinte años de la protagonista se enganchen a este nuevo concepto de novela feminista y costumbrista, tan necesaria.
Anna Pacheco ha escrito la novela que hubiera querido leer hace 20 años. Puedes hacerte con ella en tu librería favorita o aquí.