Escribí que la transexualidad no era un género sino un tipo, me refería a que el cuerpos es una ubicación para uso del lenguaje, un sistema para generar intercambios simbólicos.
Sandy Stone, A Posttransexual Manifesto
Hay un subrayado constante, anotaciones en los márgenes, post-its adheridos en los bordes interiores de las páginas. Una especie de ritual, un no querer olvidar, un desear recordar para siempre lo que Susan Stryker nos cuenta en su imprescindible ensayo, Historia de lo Trans, publicado en español por la editorial Continta me tienes en 2017. Confieso que hay una vuelta constante a sus páginas desde principios de julio cuando la “guerras del sexo” llegaron a España, o se hicieron más evidentes que nunca.
En esta guerra estoy situado, radicalmente posicionado del lado de las mujeres y hombres transexuales; por compromiso político, por agradecimiento debido, por amor, y no quiero que ese amor que siento legitime nada, o quizá quiero que lo legitime todo. Me cuestan las etiquetas, las categorías, los límites y las fronteras. Se hace más fatigoso cuando esos límites se aplican a los cuerpos de los seres humanos, cuando se imponen determinadas esencias de lo puro y lo impuro. No entiendo que se quiera finiquitar la teoría y prácticas queer como algo relacionado exclusivamente con el deseo, cuando nos siguen matando por ser mujeres transexuales negras y pobres, cuando nos siguen lapidando por ser activistas gays en lugares del mundo, cuando se invisibiliza esa potencialidad inmensa que hay en los cuidados de “las mujeres identificadas con mujeres”.
Susan Stryker, en su libro, pretende ser pedagógica, lo consigue con creces porque construye un discurso histórico además de desenredar conceptos y términos como qué es ser cisgénero, agénero, cross-dresser, disforia de género, identidad de género, género no binario, transexualidad femenina y masculina, etc. Nos recuerda nada más empezar la lectura lo más importante de todo: la gran mayoría de gente tiene serias dificultades para reconocer la humanidad de otra persona si no puede reconocer su género. Recorre más de cien años de historia transgénero en Estados Unidos, hace paradas obligatorias en la legislación contra el travestismo y la práctica del cross-dressing en el siglo XIX. También habla de intersexualidad y de Magnus Hirschfield, una de las figuras más importantes en la historia política de la sexualidad y del género, y de su concepto de “sexualidades intermedias”. Nombres y nombres como el de Louise Lawrence, una persona de asignación masculina al nacer que comenzó a vivir como mujer plenamente en 1942, pionera en la organización de la comunidad transgénero. Christine Jorgensen, que se convirtió en la persona transgénero más famosa del mundo cuando se tuvo noticias de su “cambio de sexo” en 1952. Virginia Prince, que fundó la primera organización transgénero en Estados Unidos.

La historia de la transexualidad es una historia interconectada irremediablemente con los avances médicos en cirugía o endocrinología. El médico Harry Benjamin fue el primero en promocionar la palabra “transexual”, para distinguir a las personas que necesitaban la transformación quirúrgica de sus genitales de aquellas que no lo necesitaban. El libro de Stryker es un viaje emocionante por los avances, los retrocesos, los lugares que sirvieron como refugio colectivo frente a determinados ataques furibundos por parte de algunos sectores de la sociedad. Quizá el ataque más doloroso e ignominioso proviniese del seno de los que deberían haber sido aliados incondicionales, como algunos sectores de la comunidad LGTB, o determinadas voces del feminismo cultural, como Mary Daly o Janice Raymond. Daly, teóloga feminista, llegó a definir la transexualidad como una “invasión necrófila” del espacio de la mujer en su libro Gyn/Ecology. Por su parte, Janice Raymond publicó el libro-panfleto, El imperio transexual: la creación de la mujer-varón, indicando barbaridades como que: Todos los transexuales violan el cuerpo de la mujer al reducir la verdadera forma femenina a un mero artefacto, apropiándose de dicho cuerpo en su propio beneficio. Palabras que deberíamos recordar u olvidar, aunque mejor recordarlas para no volver a repetir el nivel de violencia explícito que hay en su discurso contra todas las personas transexuales.

Los últimos años han sido más fáciles, o aparentemente mejores, debido a la repercusión mediática que tuvieron los tránsitos de determinadas celebridades como las hermanas Wachowski, artífices de Matrix o la serie Sense8. También el avance de las redes sociales y un activismo en la red que ha ampliado el horizonte. Lean Historia de lo Trans de Susan Stryker, aprenderán, se desharán de prejuicios y sabrán que podemos deshacernos de los límites entre lo puro y lo impuro. Además viene con regalo incluído, el estimulante prólogo de Lucas Platero. Pueden hacerse con este libro aquí.
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