La RAE recula y las mujeres ya no somos fáciles

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Emma Stone siendo fácil en Easy A.

Los señoros de la Real Academia de la Lengua Española (sí, esa que limpia, fija y da esplendor) han decidido modificar en el diccionario la palabra «fácil». Hasta ahora, la quinta acepción de fácil era «mujer que se presta sin problemas a mantener relaciones sexuales» y, a partir de hoy, fácil será la persona que jinque a la primera de cambio. Vamos, que antes a los hombres fáciles no los contemplaban nuestros académicos y ahora sí. Sin duda, un pequeño paso para nuestro diccionario viejuno, pero un gran paso para la sociedad. ¿Seguro? Desgraciadamente, no tanto…

La RAE incluye cada año nuevos términos, algunos más discutidos que otros (¿quién en su sano juicio había dicho antes la palabra amigovio?), pero todos entran por el mismo motivo: su uso está extendido y normalizado. Por lo tanto, a la hora de retirar palabras o acepciones, el proceso debería ser justo el contrario: que la gente dejara de utilizarlo.

Pues sentimos tener que decir que el uso de la palabra fácil refiriéndose a una mujer que hace ñoqui-ñoqui con facilidad no está erradicado ni de lejos. Lamentablemente. Que oye, que estupendo lo de cambiar mujeres por personas, que toda ayuda es poca, que los hombres fáciles también existen (¿hay hombres difíciles, por cierto?), y que con toda seguridad lo hayan hecho para ayudar a la erradicación total de este calificativo tan feo… pero es el diccionario el que tiene que adaptarse a la gente, y no al revés.

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Cambiar el significado del término fácil no está en manos de los señores académicos, está en NUESTRAS manos. En las manos de los hombres y de las mujeres. Eliminarlo de un plumazo no acaba con el problema; sin embargo, abrir un poco la mente y comprender que cada uno puede tener sexo cómo, cuándo, cuánto y con quién le salga del escalope, sí que puede terminar con él. Así que no es una modificación semántica lo que necesitamos, es más bien un cambio cerebral… y cultural.

La RAE ha jurado y perjurado que esta inesperada modificación (inesperada porque los cambios suelen introducirse en el diccionario a final de cada año) no tiene nada que ver con que solo unos días antes, el 8 de marzo, las mujeres nos hayamos levantado en masa para decir «basta ya», que no, hombre, que ya se lo estaban pensando, que sois unos malpensados. De hecho, ya de paso ha hecho otros cambios, como poner en cursiva la palabra pinky. La Academia de la Lengua la define como «prenda femenina que cubre la planta, el talón y los dedos del pie, y que se pone para proteger este del calzado»… y poco se habla de este problema porque, los pinkys sí que deberían ser erradicados.

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