Para quienes no conozcan el crimen de Robin Hood Hills, en mayo de 1993 la policía de West Memphis, Arkansas, detuvo a Damien Echols, Jessi Misskelley Jr. y Jason Baldwin por el brutal asesinato de tres niños de apenas ocho años. En un juicio que resultó más una pantomima, y ante la falta evidente de pruebas que demostrasen su implicación en el asesinato, la acusación (inquisición) se sirvió de una serie de «evidencias» peregrinas para demostrar el supuesto móvil satánico: una confesión que la policía forzó decir a Jessi cómo acabaron con la vida de los niños en un ritual y el modo de vida de los muchachos —enumerando la música, el cine y los libros que consumían o su interés en creencias como la Wicca—. Una caza de brujas moderna, fomentada por los fundamentalistas del Satanic Panic. Los West Memphis Three (WM3) fueron declarados culpables y condenados: Jason y Jesi a cadena perpetua, mientras que Damien a pena de muerte —al ser considerado el líder del grupo—. Casi dos décadas después, tras acogerse a la Doctrina Alford, un tipo de declaración que permite al condenado declararse inocente sin negar su culpabilidad, fue puestos en libertad el 19 agosto de 2011.
«La magia fue lo único que le daba un propósito a mi existencia mientras estaba en prisión, y lo que me mantuvo cuerdo. La magia era la única herramienta que tenía para protegerme», dice Damien Echols en Alta magia —recién publicado en castellano por Orciny Press—. Es conocida su faceta de mago y su interés por la espiritualidad, el esoterismo y el ocultismo, anteriores incluso al trágico caso que le dio la fama y que lo llevó a permanecer casi dos décadas en el corredor de la muerte, como puede comprobarse a través de los documentales que abordaron dicho caso, West of Memphis y la trilogía Paradise Lost, pero sobre todo con Vida después de la muerte —que también puede encontrarse en el catálogo de Orciny Press—, un oscuro pero esperanzador libro de memorias en el que Echols narra su vida entre rejas, esperando la libertad o la inyección letal. Alta magia son, como bien reza el subtítulo de la obra, «las prácticas espirituales que me salvaron la vida en el corredor de la muerte»,un libro que, al igual que el anterior, nos muestra a una persona optimista, libre del odio que pudiera tener por las circunstancias que vivió, y que además quiere ayudar con sus experiencias a hacer que la gente sea «más poderosa»; en este caso, acercando la práctica de la magia a quienes quieren iniciarse y a quienes se han interesado pero no lo han logrado antes por el motivo que sea.
Alta magia son, como bien reza el subtítulo de la obra, «las prácticas espirituales que me salvaron la vida en el corredor de la muerte»,un libro que, al igual que el anterior, nos muestra a una persona optimista, libre del odio que pudiera tener por las circunstancias que vivió, y que además quiere ayudar con sus experiencias a hacer que la gente sea «más poderosa»
Rubén Íñiguez Pérez
Echols lleva la magia a un plano cotidiano, al día a día. Quiere que sus lectoras y lectores encuentren su camino, da consejos a través de su experiencia para iniciarse en la magick sin decirles qué deben creer, sino que incita a investigar y experimentar hasta encontrar el método qué mejor les funciona. Para él, somos magas y magos inconscientes, alteramos la realidad a nuestro antojo sin darnos cuenta; propone ejercicios prácticos para hallar esa energía y utilizarla a nuestro antojo, en nuestros propósitos, y así no desperdiciarla. Y lo hace además de una manera clara, pues, como señala Eddie Vedder en el prólogo, Echols es, además de una persona culta y erudita en la materia, un escritor magnífico. Su uso acertado de las analogías logra que hasta la persona más escéptica se fije en una serie de actos de la vida diaria que no apreciaba y los tome como mágicos. Le despertará esa visión y le hará pensar incluso en la posibilidad de que las llaves de casa puedan ser un amuleto protector, pues, como señala el propio autor, la magia es gran herramienta para el empoderamiento personal.
El libro desdemoniza la magia, la quita de ese componente satánico que le impregnaba el fundamentalismo cristiano —desmitifica el significado satánico del pentagrama, por ejemplo—, y la presenta como lo que es: un conjunto de técnicas con las que el mago o la maga puede ejercer una influencia de manera consciente. «La magia es la Ciencia y el Arte de causar cambios en conformidad con la voluntad», como la definió Aleister Crowley, autor cuya presencia e influjo en el libro son notorias, pues Echols cita en varias ocasiones prácticas mágicas de la Orden de la Aurora Dorada. No obstante, su interés por Crowley, junto a otros como Stephen King o Metallica, fue una de las «pruebas» que la acusación utilizó para mostrar la culpabilidad de los WM3 y señalarle a él como líder de un supuesto culto satánico. Aunque Alta magia es más bien un libro práctico, Echols es consciente de la importancia de conocer referentes y tener una base teórica, por ello da un muy breve repaso por la historia de la magia y sus fundamentos básicos, señalando la importancia de leer y consultar obras sobre esoterismo para hallar las propuestas que más se adecúen al iniciado o iniciada. A su vez, explica conceptos y prácticas como la cábala, el ritual del destierro, la adivinación, los sigilos, el valor de los hechizos o la magia ceremonial. Y por supuesto, recuerda el valor de la constancia, pues sin ella resulta difícil lograr nada. De su lectura, puede descubrirse, por ejemplo, que la meditación no tiene por qué ser sentarse y cerrar los ojos mientras se está en cuclillas, se puede realizar de más formas.
Alta magia es sin duda uno de los mejores manuales con los que iniciarse en la práctica de la magia de una manera clara y amena, sin hermetismos, aunque requiere una lectura atenta. Una medalla que no solo debe colocársele a Echols, sino también a Hugo Camacho por su excelente traducción y a Sére Skuld por un posfacio que habla mucho mejor que esta reseña sobre el autor y su pensamiento mágico.
Podeís haceros con este libro en vuestra librería preferida o en la web de la editorial Orciny
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