La inconclusión es tanto una categoría emocional como cronológica y estética.
Todos las personas que fantaseamos con escribir tenemos una historia pegada a nuestra piel; Alberto y el infierno es mi historia.
Durante los días que he estado leyendo el ensayo de la escritora estadounidense Casey Cep Horas Cruentas. La historia del libro inconcluso de Harper Lee publicado por la editorial Libros del K.O., he vuelto una y otra vez a formular las mismas grandes preguntas, a pasear por el mismo escenario e imaginar ese fragmento y el instante sin retorno que separa la vida de lo que ya no lo es, o que ya no lo es del todo.
Presupongo que a todos los que fantaseamos con escribir nos une una misma angustia como escribe Harper Lee en la cita con la que se abre el libro de Cep: una angustia por lo inconcluso, por lo no contado, por lo inenarrable, por la desaparición de las palabras, o quizá por la sobreabundancia de ellas y que nos impiden llegar a terminar y ensamblar todas las piezas de la historia para que los demás puedan entender de manera honesta la magnitud de lo sucedido y, de alguna forma, explicar e iluminar las zonas oscuras del mundo.
Horas cruentas es el primer libro de la periodista e intelectual estadounidense Casey Cep y es seguro, también muy deseable, que su nombre pronto figure junto al de las mejores escritoras contemporáneas de no ficción, crónica y ensayo estadounidenses como Rebecca Solnit, Elif Batuman o Jia Tolentino.
Horas cruentas es el primer libro de la periodista e intelectual estadounidense Casey Cep y es seguro, también muy deseable, que su nombre pronto figure junto al de las mejores escritoras contemporáneas de no ficción, crónica y ensayo estadounidenses
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Harper Lee es la protagonista del libro de Cep cuyo libro bien podría ser muchos libros a la vez, en el que se entrelazan de manera brillante: la biografía, el libro de viajes, la historia social y política del sur de Estados Unidos, lo procelosos, agitados, devastadores o placenteros que pueden llegar a ser los procesos creativos y de escritura, la segregación racial, la amistad o el intento de responder al porqué de un supuesto silencio que se prolongó durante décadas.
Intuyo que sobre todo, este libro es un intento más que logrado de homenajear a una de las autoras más importantes del pasado siglo, Matar a un ruiseñor es uno de los grandes clásicos de la literatura del siglo pasado. Harper Lee y el misterio de la escritora de novela única que rebosó de ideas, autonomía e independencia a lo largo de toda su vida y que nunca dejó de escribir. Como señala Cep las cartas de Lee forman un archivo por sí mismas, no solo de su vida, de sus idas y venidas y en ocasiones de los lugares remotos de sus aventuras, sino también de su mente. Puede que en sus libros la prosa se le resistiera, pero en las cartas escribía con el oído de Eudora Welty, el ojo de Walker Evans, la precisión de John Done, el ingenio de Doroty Parker y, a menudo, la extensión de George Elliot.

Con la lectura de Horas Cruentas descubrirán la pasión infatigable por los libros que siempre tuvo Harper Lee, sabrán mucho más de la amistad que la unió desde la infancia con Truman Capote. Descubrirán cómo de terrible e injusta fue hasta antes de ayer la segregación y el racismo en el sur de Estados Unidos. Viajarán por Alabama, Kansas, Nueva York. Conocerán a algunos hombres buenos como Tom Radney y lo más probable es que se apasionen con la historia del reverendo Willie Maxwell y la muerte que siempre tuvo tan cerca.
Con la lectura de Horas Cruentas descubrirán la pasión infatigable por los libros que siempre tuvo Harper Lee, sabrán mucho más de la amistad que la unió desde la infancia con Truman Capote. Descubrirán lo injusta fue hasta antes de ayer la segregación y el racismo en EE.UU
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Nelle Harper Lee murió en febrero de 2016, ganó el premio Pulitzer por Matar a un ruiseñor, nunca publicó una novela posterior a la que dedicó décadas de trabajo. Tras leer el libro querrán saber más de Harper Lee y se estremecerán con aquellas declaraciones que dio a una periodista en las que afirmó que Compadecerse es pecado. Es una forma de suicidio en vida. Harper Lee nunca se rindió, fue inasequible al desaliento.
Casey Cep nos ha regalado con Horas Cruentas muchos hilos de los que ir tirando, sobre todo nos ha regalado una perspectiva nueva de un tiempo que fue.
La traducción de este libro corre a cargo de María Alonso Seisdedos, la preciosa ilustración de la cubierta es de María Castelló Solbes.
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