No te inquietes. No te he hecho venir para que me comprendas.
Tú me enseñaste a hablar… Y este es el resultado.
Sara Molina. Made in China (citado en Sayak Valencia, Adrift’s Book, 2012).
París, 17 de noviembre de 2019. Ante una reunión de destacados psicoanalistas, en un sobrio y elegante auditorio, en esa transición de los vientos del otoño al frío del invierno, el filósofo Paul B. Preciado – encarnación de la multiplicidad del cosmos y uranista declarado – gritaba con rabia, ironía y elocuencia en las 49ª Jornadas de L’École de la Cause freudienne cuya temática fue Femmes en psychanalyse (Mujeres en psicoanálisis). En su conferencia Preciado se dirigió a las y los psicoanalistas francoparlantes, y también a aquellos de las latitudes de América Latina y España, planteando cuestiones institucionales, históricas, teóricas y clínicas sobre el campo freudiano. Su argumento situó la práctica analítica y el saber teórico que ha construido, en un contexto y devenir histórico, epistemológico y tecnológico situado: el régimen farmacopornográfico con sus brazos coloniales y heteropatriarcales.
Recurriendo a la efigie del cuento Informe para una academia de Franz Kafka, Preciado resalta la responsabilidad política del psicoanálisis en tanto es una práctica vigente en nuestros tiempos de transformación y mutación planetaria. En el cuento de Kafka, Pedro el Rojo es un mono que, luego de una vida cautiva en laboratorios, decide aprender el lenguaje humano y convertirse en un hombre para hablar ante las autoridades de la comunidad científica que lo han apresado y denunciar las atrocidades que el humanismo europeo ha representado para su existencia. En nuestra narrativa, Preciado ha aprendido el lenguaje del patriarcado colonial y de los diagnósticos clínicos, ha estudiado la historia de los discursos médicos, psiquiátricos y psicoanalíticos para hablar como el detritus monstruoso de una metamorfosis imposible, desde una jaula elegida de hombre trans.
Preciado ha aprendido el lenguaje del patriarcado y de los diagnósticos clínicos, ha estudiado la historia de los discursos médicos, psiquiátricos y psicoanalíticos para hablar como el detritus monstruoso de una metamorfosis imposible, desde una jaula elegida de hombre trans
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Preciado informa, a los honorables psicoanalistas que todavía no lo saben, que la teoría freudiana se encuentra fundada en una epistemología histórica de la diferencia sexual, y que dicha máquina performativa patriarcal se encuentra en crisis desde 1940 debido a los hallazgos sobre los componentes bioquímicos, cromosómicos, morfológicos, hormonales y semióticos que constituyen el cuerpo de esa ficción política denominada sujetos del deseo. Complicidad en la complejidad y complejidad en la complicidad por parte del psicoanálisis freudiano en sus vertientes de teoría del aparato psíquico y práctica clínica que irremediablemente la liga históricamente con la emergencia del régimen heterosexual y la figura de la familia burguesa con sus tentáculos coloniales, racistas, xenofóbicos y normativos.
Preciado denuncia el empantanamiento de la práctica psicoanalítica al sostenerse en una epistemología binaria, heterosexual, dependiente en muchas ocasiones de una teoría normativa del Edipo y de la diferencia sexual, que dentro de los sistemas de gobierno necro-bio-psico-políticos gestionan las potencias de los cuerpos, el esperma, la sangre, los óvulos y la leche en una norma reproductora. El problema no son aquellos cuerpos denominados por la hegemonía como perversos, anormales o psicopatológicos, sino esa prisión normativa de la cual no logra librarse la práctica que hasta hace no mucho, se erogaba ser la única que daba cabida al inconsciente, al dolor, al deseo y al placer de un sujeto hablante.
Ante la elocuencia de Paul uno se pregunta: ¿La terapia analítica no es acaso, en ocasiones, un tratamiento útil para los sujetos que sufren, entre otras cosas, de la tortura del régimen heteronormativo?, ¿psicosis, melancolía, duelo, inhibición, angustia, trauma, autismo, y demás flores del jardín freudiano y lacaniano no serán más bien los síntomas de vivir dentro de las normatividades de una sociedad necropolítica y heterosexual?, ¿cómo puede la práctica analítica desechar una teoría normativa para acoger, sin nosografías, la diversidad del decir de los sujetos del deseo? En medio de las mutaciones planetarias que ahora mismo están sucediendo, ¿cuál será el lugar de enunciación, la posición política, el régimen discursivo, al que se consagrarán las y los psicoanalistas?

Después de la Segunda Guerra Mundial y al mismo tiempo que sucede la Guerra Fría, la epistemología de la diferencia sexual se pone en crisis cuando la ciencia médica descubre que hay una multiplicidad de cuerpos que no se ajustan al modelo del binarismo. En esta ruptura, en lugar de cambiar el modelo de la diferencia binaria, John Money, en la Universidad John Hopkins, inventa la noción clínica de género y la define como un rasgo socialmente construido para diferenciarla de la noción de sexo, entendida como realidad anatómica, hormonal y quirúrgicamente producible. Así aparecen también las nociones de intersexualidad en 1947 y la de transexualidad en 1960. Por su parte Hugh Hefner se encuentra creando las bases de un nuevo régimen caliente, vía el imperio Playboy, sostenido en las redes informáticas, las drogas, el espectáculo y el sexo en plataformas multimedia y lúdicas arquitecturas que serán los nuevos escenarios para el consumo de masas y la producción de capital. Esas décadas serán también en las que Jacques Lacan sostendrá durante casi treinta años un emblemático y legendario Seminario que, junto con la publicación de sus Escritos y la fundación y disolución de La École freudienne de Paris, lo consagrarán como el psicoanalista más influyente después de Freud y uno de los intelectuales más importantes de nuestro tiempo.
Lacan contribuyó extraordinariamente al campo freudiano. Formuló el ternario R-S-I con el que efectuó un ejercicio de lectura crítica e investigación minuciosa de la obra de Freud, lo cual le llevó a inventar el 9 de enero de 1963, durante el seminario de La angustia, el objeto a causa de deseo, para diez años después declarar su famoso aforismo “no hay relación sexual”. Eran los años sesenta y setenta, las mismas décadas en las que la reproducción de la vida humana quedó desligada de la copulación, con la invención y comercialización de la píldora anticonceptiva. Aún con las transformaciones sociales, químicas, bélicas, políticas y tecnológicas de las que fue testigo Lacan, y las sublevaciones que produjo para la práctica, institución y teoría psicoanalítica, él mismo no estaba listo más que para establecer algunas coordenadas de las consecuencias clínicas de tales mutaciones.
La obra de Freud y las propuestas y formulaciones de Lacan no son universales y no son válidas en todo tiempo y lugar. Es importante explicitar que su aparición se sitúa contextualmente en la historia de la emergencia, consolidación y crisis del sistema epistemológico de la diferencia sexual, de los discursos racistas, de las nuevas formas de colonialismo y en el nacimiento, fortalecimiento y auge del capitalismo que ahora mismo consume al planeta que habitamos. El reconocimiento de la responsabilidad política, subjetiva y afectiva de la práctica analítica es crucial. Paul B. Preciado en su conferencia es claro y contundente:
Ustedes no pueden seguir hablando del complejo de Edipo o del nombre del padre, en una sociedad donde las mujeres son objeto de feminicidios; donde las víctimas de la violencia patriarcal se expresan por denunciar a sus padres, maridos, jefes, novios; donde las mujeres denuncian la política institucionalizada de violación; o donde millones de cuerpos bajan a las calles para denunciar agresiones homofóbicas, y las muertes, casi cotidianas, de mujeres trans, así, como de las formas institucionalizadas de racismo.
No pueden más seguir afirmando la universalidad de la diferencia sexual y la estabilidad de las identificaciones heterosexuales y homosexuales en una sociedad donde es legal cambiar de sexo, donde podemos identificarnos como personas de género no binarias; en una sociedad donde hay ya millones de niños nacidos de familias no heterosexuales y no binarias.
Desde el día que fue pronunciada, la conferencia transcrita de Preciado ha circulado en internet en versiones no oficiales en francés, italiano, inglés y español. Sus argumentos polarizaron las instituciones psicoanalíticas, produciendo polémicas, comentarios entusiastas o críticas enardecidas e iracundas por parte de psicoanalistas de diversas latitudes del planeta. Lo importante del acontecimiento es que el discurso, la irrupción del informe de Paul B. Preciado ante una honorable academia de psicoanalistas no pasó desapercibido. Ahora sabemos que ese día fue pronunciado únicamente una cuarta parte del discurso preparado por Preciado para esa asamblea. El discurso en su totalidad fue publicado en francés como libro en la editorial Grasset con el nombre Je suis un monstre qui vous parle: Rapport pour une académie de psychanalystes, y ahora felizmente aparece en español publicado por la prestigiosa editorial Anagrama como Yo soy el monstruo que os habla. Informe para una academia de psicoanalistas.
Escrito con el estilo provocador, estimulante, documentado y erudito que caracteriza a Paul B. Preciado, este pequeño manifiesto es una lectura estimulante que plantea la pregunta ¿es posible despatriarcalizar, decolonizar, desheterosexualizar la práctica psicoanalítica? Ante las transformaciones planetarias que acontecen, Preciado no hace más que señalar la posibilidad, aún por imaginar, de un psicoanálisis mutante. En medio de las nuevas tecnologías de producción de subjetividad farmacopornográficas, la experiencia analítica atraviesa un momento histórico crucial en el que debe responsabilizarse y decidir si va a morir con la epistemología de la diferencia sexual o revitalizará su práctica privilegiando nuevamente el saber proveniente del placer, del deseo, del poder y del erotismo. Paul B. Preciado es el monstruo que nos habla para recordarnos que es momento de inventar nuevas gramáticas, prestar atención a las políticas insurrectas de los feminismos, escuchar el discurso de los anormales, contribuir a los debates y derramar las potencias de las multitudes queer.
Escrito con el estilo provocador, estimulante, documentado y erudito que caracteriza a Paul B. Preciado, este pequeño manifiesto es una lectura estimulante que plantea la pregunta ¿es posible despatriarcalizar, decolonizar, desheterosexualizar la práctica psicoanalítica?
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Somos las multitudes de mutantes que han reconvertido las tecnologías productoras de subjetividad, hemos aprendido y emprendido actividades de desmontaje de las gramáticas coloniales, heterosexuales, racistas y patriarcales. Somos la furia y el júbilo de las prácticas contrasexuales y la multiplicidad de las producciones de las máquinas deseantes que inventan nuevas formas de placer, sensibilidad, comunidad y afecto. Nosotros somos los monstruos que hemos aprendido a hablar, reinventaremos la realidad y crearemos la libertad.
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