Transicionar también es explorar, dar marcha atrás o detenerse
Alana Portero.
Uno de los regalos más bonitos que he recibido por mi cumpleaños este año ha sido el cómic P. Mi adolescencia trans, obra de Josephine Yole Signorelli (Fummettibrutti) y editado en castellano por las siempre magníficas aliadas de Continta me tienes.
Me gusta cuando la suerte me toca. El mundo del noveno arte es territorio ignoto e inexplorado casi en su totalidad para mí, y es una oportunidad preciosa comenzar a desbrozar este nuevo mundo de nubecitas, colores y dibujos con esta historia.
He leído muchas veces el prólogo del libro, escrito por Alana Portero. Siempre es cobijo leer a Alana porque es precisa, honesta, rotunda, clara y porque sabe expresar, desde lo más profundo, la importancia de la justicia, la naturaleza de la esperanza y por el recelo a las lecturas simplistas, dadas o maniqueas. Escribe Alana Portero que lo que hace de esta obra un manifiesto salvaje es que la autora no pone excusas, no se arrepiente de sí misma y no narra desde la sumisión.
En ese orgullo, en ese coraje, en esas dudas, en ese hablar en primera persona reside un potencial de cambio y heroísmo de incalculable valor. Esta es la historia de Yole, que quería ser una niña de verdad, que no sabía que ya lo era, pero que antes tenía que cambiar su punto de vista.
En ese orgullo, en ese coraje, en esas dudas, en ese hablar en primera persona reside un potencial de cambio y heroísmo de incalculable valor. Esta es la historia de Yole, que quería ser una niña de verdad pero que antes tenía que cambiar su punto de vista
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Yole se quedará con nosotres durante el resto de nuestras vidas. Qué suerte que las próximas generaciones de personas trans tengan un referente tan valioso. El hueco que hay en nuestra mirada cuando hacemos un recorrido por nuestra biografía y esa adolescencia que no fue, esos deseos que fueron silencio, ese rito de la confesión de lo que era evidente con tan sólo un poco de observación. Me apropio en este punto de la idea de Lidia García (@thequeercanibot) cuando habla del privilegio de la nostalgia, porque muches de nosotres no podemos mirar a nuestra adolescencia y sentir esa nostalgia porque la homofobia, transfobia y odio a los cuerpos disidentes es con lo que tuvimos que crecer. Deseo muy fuerte que las nuevas generaciones puedan disfrutar de ese privilegio de la nostalgia sin sentir que ese tiempo no existió, fue triste o fue borrado.

Para terminar, repito lo que es necesario repetir: los feminismos son transinclusivos y plurales, no cabe, es imposible la rigidez.
Con este libro, os recomiendo que lo tengáis en vuestras manos, Josephine Yole Signorelli se convierte y asienta como una de las grandes figuras del cómic italiano. La traducción del libro corre a cargo de Valentina Longo.
Gracias, Continta me tienes, por regalarme las nubes, el calorcito de este libro lleno de amor propio y dudas. Lo que es la vida.
Puedes hacerte con este libro en tu librería preferida o en la web de la Editorial