Resistencia Trans. El documental de Claudia Reig sobre cómo habitar el propio cuerpo.

“Usted me mira con los ojos de la ignorancia, con la
boca del desprecio y con las manos del verdugo”

Tengo ganas, unas ganas tan grandes de que me pregunten de qué va el documental Resistencia Trans, para responder con un entusiasmo lo más vociferante posible, que va de: capas de paciencia, de ser y poder, de preguntarse, de volver a plantearse, de saberse, de aprender a quererse, de teatro, de nombres entre paréntesis. Va de madres que hicieron las maletas y dejaron sus casas porque iba contra su amor incondicional que a su hija le negaran su existencia de mujer. De dejar el tratamiento, de volver a comenzar, de hormonas, de gustar, de deseo, de Margarida Borrás, de estar a favor, de los pesares, de plantar cara, de ese pánico a lo que opinen los demás, de dobles vidas.

Va de máscaras con las que llevabas años creyendo que te estabas protegiendo, y de repente descubriste que eran un peso insoportable. Va de leyes de identidad de género, de meses, de años, de gritar de alegría porque ya tienes un documento en el que está escrito el nombre tantas veces imaginado. De anotaciones al margen, de dobles mentiras, de dejarte crecer el pelo, de Moisés, de cuerpos, de espejos en los que mirarse de frente casi sin temblar, de vestidos de mujer, de vestidos de hombre, de vestidos de persona. De fotos que contienen todo un después, porque el pasado ya quedó atrás. De viajar en el tiempo, de la memoria, de las cicatrices, de arte, de ser el primero, de no ocultarse, de endocrinos, de médicos que te protegen con su empatía y comprensión.

Va de lo femenino, de lo masculino, de lo neutro, de nosotras, de nosotros, de vosotros, de vosotras. De la resistencia trans para poder vivir la vida propia.

El documental, escrito, producido, realizado y dirigido por Claudia Reig y con la inestimable colaboración de Barret cooperativa, Lambda y Àpunt Mèdia, es una cinta necesaria; por la sutileza y la profunda sensibilidad con la que Reig enfoca la cámara en los ojos de Gloria y María, sabiendo con certeza y una profunda empatía que detrás de la mirada de ellas está escondido un tesoro de tesón, de valentía, de afirmación. Además de los retratos de otras y otros jóvenes transexuales que pertenecen a otra generación pero que todavía pueden percibir las grietas del trauma de las generaciones que les precedieron.


Estad atentos a la mirada de Claudia Reig, es una directora con un potencial inmenso que ha demostrado en esta cinta y en sus trabajos previos, que su solidaridad y compromiso son aliento fresco. Ya he soñado con trabajar con ella.


Es también una película necesaria, sobre todo en estos días en los que hay un conflicto, una guerra cultural abierta y que está resultando devastadora para todas, para todos, para tode. Porque sería una injusticia imperdonable olvidar que somos aliadas, aliados; nuestros cuerpos siempre han sido más materia que idea según construyó el sistema patriarcal. Sueño desde aquí con un diálogo, con un consenso posible; porque mientras nos enzarzamos entre nosotras, el patriarcado sonríe como una hiena, sin alegría pero contento porque cree haber conseguido una victoria. Pero sigo creyendo que ese éxito será nuestro, porque estamos del lado de la emancipación, de la imaginación y del afecto.


El documental se puede ver en Filmin, ese paraíso-plataforma audiovisual que ya es fuente de un inmenso catálogo en el que perderse sin remedio y disfrutando de esa búsqueda.

Aquí podéis disfrutar del su trailer:

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