Las brujas no deben nada a nadie

«Astarté, Lilith, Afrodita, Kali

Vuestros nombres forman parte del panteón intangible

Somos una y somos todas, os invocamos.

Guiadnos en nuestro camino fuera de los límites:

Ida

Renée

Mary

Alice

Victoria

Rosaleen

Florence

Leah

Maria

El sendero continúa, sellamos:

¡W.I.T.C.H.!».

Con estas palabras al comienzo de Mágicas. Brujas, magas y sacerdotisas del amor (La Felguera, 2022), Sére Skuld, bruja del caos, invoca e invita a los espíritus de sus predecesoras a que hagan acto de presencia para que así Grace Morales, a modo de médium, aunque en el libro figure como editora y antóloga, recoja las voces de un grupo de mujeres que en tiempos pasados se interesaron por asuntos esotéricos, teósofos, luciferinos, mágicos u ocultistas, y que además sentaron precedente en estos campos: Alice Bunker Stockham, Victoria Woodhill Martin, Ida Craddock, Florence Farr, Renée Vivien, Mary MacLane, Maria de Naglowska, Maria de Naglowska, Rosaleen Norton, Doreen Valiente y W.I.T.C.H. Todas ellas se reúnen en Mágicas, una antología que recopila sus documentos, testimonios, entrevistas y rituales en una gran labor divulgativa y de recuperación de referentes, a la que ayuda no solo la acertada y cuidada selección de los textos sino también la belleza de la edición —tal como suele acostumbrar la editorial, todo un ejemplo del concepto libro como artefacto, con sus atractivos diseños e imágenes—.

Los citados versos de la invocación de Sére Skuld, que al recitarlos/leerlos uno siente como si una música oscura y siniestra pero amigable sonase en su cabeza, dan paso a un muy estimulante y ameno prólogo de Grace Morales, reconocida experta en temas sobrenaturales y contraculturales, en el que nos habla de las concepciones de la bruja a lo largo de la historia, de su influjo en subculturas y tribus urbanas como lo goth o lo dark en la música de los 80, del paso de la bruja mala a la buena, de su representación como miedo y deseo, como símbolo de poder femenino. En palabras de la propia Grace: «Las brujas […] no deben nada a nadie. Eso es lo que las hace tan peligrosas y convierte en divinas». También recuerda esta autora el papel importante que la mujer ha tenido en el ocultismo, el satanismo, la teosofía, la magick, la wicca o la masonería, su relación con la bohemia, sus hitos —Madame Blavatsky— y sus aportaciones en estos campos —muchas de ellas pioneras silenciadas, ocultadas—, sus maneras de entender la magia, su implicación en órdenes secretas o la importancia de estos temas en la obra creativa de algunas artistas o escritoras, caso de Gabriela Mistral. Pero sobre todo son importantes por su labor en la lucha por la igualdad y la libertad y por sus enfrentamientos con un fundamentalismo religioso y una sociedad y sistema patriarcales que las denigraron e incluso las llevaron a la desdicha, simplemente por no doblegarse a la alienación y transgredir e incomodar de este modo, siendo ellas mismas, al sistema. Mágicas recoge algunos ejemplos de esa lucha: Alice Bunker Stockham y sus consejos para el compañerismo entre hombre y mujer; la androginia de la poeta sáfica Renée Vivien; la labor de Doreen Valiente como madre de la brujería moderna; o el activismo, la lucha, el compromiso y la subversión de W.I.T.C.H. —cuyos textos ya fueron publicados también por La Felguera, en uno de los clásicos de su catálogo—. Aunque sin duda el texto que más rabia e indignación provoca en la carta al público de Ida Craddock justo antes de su suicidio. Su testimonio enfurece por la terrible persecución fundamentalista que sufrió solo por publicar una obra, The Wedding Night, llevada a juicio por no gustar a los guardianes de la moral mediante argumentos absurdos y sin pruebas. La presión pudo finalmente con ella, y en lugar de ir a la cárcel prefirió quitarse la vida, no sin antes señalar férreamente a sus verdugos. Un caso que nos recuerda al de los tres de West Memphis, tres adolescentes que fueron señalados por los mismos que décadas antes lo hicieron con Ida y que terminaron condenados por un crimen que no cometieron mediante pruebas y argumentos insostenibles, como escuchar heavy metal, leer libros de ocultismo o ver películas de terror. Ellos al menos hoy pueden contar su historia, una de las más conocidas del Satanic Panic, como hizo Damien Echols en su maravilloso libro Vida después de la muerte (Orciny Press, 2019).

«Te vuelves Bruja al decir en alto “soy una Bruja” tres veces y al pensar en ello. Te vuelves Bruja siendo mujer, no dócil, enfadada, alegre e inmortal»

Y de satanismo y luciferismo, precisamente, versan los textos sobre la relación entre arte y magia y las experiencias en trance de la artista, y adoradora de Pan, Rosaleen Norton. Muy interesantes son también los hechizos, diálogos y mascaradas de la thelemita Florence Farr, que se leen como el mejor de los textos dramáticos. También destacables son los textos y el material gráfico de Maria de Naglowska, autora que teorizó y desarrolló a más altos niveles la magia sexual. El libro incluye algunos de sus artículos recogidos en su revista La Flèche.

Un último apunte para terminar. Sobre los efectos mágicos, o perlocutivos como dicen los lingüistas, que produce la lectura del libro habla W.I.T.C.H en el último párrafo: «Tienes el compromiso de liberar a nuestros hermanos de la opresión y de los roles sexuales estereotipados (tanto si les gusta como si no), al igual que a nosotras mismas. Te vuelves Bruja al decir en alto “soy una Bruja” tres veces y al pensar en ello. Te vuelves Bruja siendo mujer, no dócil, enfadada, alegre e inmortal», una cita que además bien podría haberse como sinopsis.

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