En Matar a la bestia se nos habla de la desconocida y silenciada intrahistoria de la Guerra Civil. Miguel de Unamuno, quien vivió en esos tiempos convulsos pre- bélicos en una España incierta, acuñó la denominación intrahistórica para referirse a la vida tradicional o tradición eterna, que sirve de decorado a la historia más visible, como bien nos indica el DRAE. Comparaba, el filósofo español, la historia oficial con los titulares de prensa, y la intrahistoria con todo aquello que ocurría, pero que no publicaban los periódicos. Y esto es justo lo que encontramos aquí. Un exhausto recorrido por lo oculto, lo escondido y lo apartado de la versión oficial, una compilación de textos parciales —como bien se nos indica desde su introducción— sobre los omitidos del conflicto.
La publicación se compone de artículos sobre temas sorprendentes relacionados con la contienda, que destapan lo extraordinario que habitó en lo ordinario de aquellos días, aquello que merece ser contado, elevando la cotidianidad bélica y vital a un plano histórico superior fuera de la oscuridad en la que ha estado recluida durante tantos años.

Lo mejor ha sido poder leer sobre el papel de la mujer en la guerra, tan excluido en la versión oficial de los hechos: batallones de mujeres que lucharon contra los fascistas, el uso del imaginario colectivo machista para atacarlas, la imposición de una imagen reaccionaria como modelo perfecto de señora, las muchachas en las trincheras, y el abuso sexual, físico y psíquico del que muchas fueron víctimas y del que tan poco se ha hablado. Son pocos los testimonios de todo esto que encontramos en el canon heredado de los libros de historia e incluso en las novelas de la época llenas de personajes objeto femeninos tipificados o en las narraciones de la postguerra en las que no hay violencia sobre ellas, no sufren daño —ni siquiera al mirar atrás y recordar la guerra— pues los soldados eran siempre unos auténticos caballeros que solo atacaban a los hombres —véase La mujer nueva o Los emplazados de mi admirada Carmen Laforet, quien no pudo más que amoldarse a las normas de la censura—.
La publicación se compone de artículos que destapan lo extraordinario que habitó en lo ordinario de aquellos días, aquello que merece ser contado, elevando la cotidianidad bélica y vital a un plano histórico superior fuera de la oscuridad en la que ha estado recluida.
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Muy interesante también es todo el contenido gráfico que encontramos y sus explicaciones: revistas infantiles adecuadas a los bandos de la guerra como Pulgarcito, cartelería sobre todos los temas imaginables de una vida cambiante en mitad de un conflicto bélico, noticias escaneadas de los diarios de la época como Estampa o el ABC, fotografías de todo lo imaginable como los trenes propagandísticos pintados que recorrían España, anuncios de máscaras antigás, sellos, etc.
Además, incluye anécdotas muy curiosas como el cambio de nombre de la Plaza de Lavapiés, las visitas turísticas a las trincheras organizadas en plena contienda, la creación de la zona de Ciudad Universitaria y el barrio de Moncloa, batallones de ciclistas y toreros y muchas más.
En definitiva, un libro lleno de interés, complementario a la formación educativa parcial recibida a lo largo de nuestra vida, que nos hará conocer mejor la historia contemporánea de España.
Puedes hacerte con este libro en tu librería preferida o en la web de La Felguera.