Colectivo Juan de Madre presenta Batido de gato, una merienda que quizás no quieras tragar, pero que probablemente despierte tu curiosidad y tus náuseas. Desde estas líneas recomiendo no intentar esta receta en casa de manera literal, bueno, ni fuera de casa, ni en ninguna parte.
ZIgor Dewaelle, autor desconocido más allá de la más famosa red social, es el “autor” de esta novela distópico-punk rescatada y editada por Ignatius Oscoz para el número seis de esta colección.
La acción tiene lugar en un espacio para todos familiar, un emplazamiento terrenal futuro o paralelo a nosotros en el que la ideología capitalista ha sido aplicada hasta el extremo. Allí, las clases más bajas sobreviven realizando trabajos que avergonzarían incluso a los protagonistas más parias de cualquier novela de Dickens, ya que, desde muy temprana edad, hombres y mujeres son tuneados corporalmente para desarrollar las más crueles y asquerosas tareas imaginables para divertimento de las más altas esferas, quienes no dudarán en usarlos como si en vez de seres humanos fuesen objetos lucrativos de usar y tirar. Este es un mundo en el que prima la competitividad, el poder y el rechazo a los más débiles, un mundo en donde habita Jacobo, de once años, trabajador sexual con pretensiones laborales que quizás no pueda cumplir, junto con su microcosmos de losers que intentarán de una manera u otra ayudarle a alcanzar sus sueños.
Este es un mundo en el que prima la competitividad, el poder y el rechazo a los más débiles, un mundo en donde habita Jacobo junto con su microcosmos de losers que intentarán de una manera u otra ayudarle a alcanzar sus sueños.
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El relato se mueve entre los elementos más hardcore del splatter punk con gore, vísceras y asquerosidades a go go, y las narrativas corpóreo – bizarras del what the fuck tan de Jeremy Robert Johnson: fluidos corporales comestibles, batidos realmente nutritivos, alimentación fuera de lo normal, prácticas sexuales de dudosa legalidad o moralidad, implantes orgánicos, mentes disfuncionales y más. Todo ello edulcorado con trazas de historias de superación al más estilo Rocky Balboa, titiriteros a lo Geppetto y cuentos de hadas con madrina incluida. Su sorpresivo final, difícil de estropear, no desagradará a ningún lector.

A nivel formal me sorprende pensar la meticulosa labor de edición y corrección que Ignatius Oscoz ha tenido que llevar a cabo, pues según nos comenta el señor Dewaelle es un revolucionario del lenguaje y crea sus propias leyes orto-tipográficas, como un Juan Ramón Jiménez cualquiera. Quizás en un próximo texto se podrían incluir algún mecanuscrito que haga las delicias de sus fans más incondicionales.
En resumen, Batido de gato es un texto asqueroso, gamberro y provocador, no sólo repugnante sino también reflexivo, político y social. Quedamos a merced de que el señor Dewaelle nos salpique de arcada revolucionaria en siguientes entregas.
Puedes hacerte con el libro en la web de la editorial.