Ha comenzado un éxodo salvaje. Y está sucediendo en todos y cada uno de los continentes y océanos
Comenta Sonia Shah que los «desplazamientos de las especies salvajes vienen determinados principalmente por las limitaciones de sus propias capacidades biológicas y por las características específicas de los accidentes geográficos que encuentran en sus travesías, como la inclinación de las laderas montañosas y la velocidad y salinidad de las corrientes oceánicas», mientras que las «rutas que siguen los seres humanos migrantes, por el contrario, están condicionadas esencialmente por abstracciones.» Sin embargo, en las líneas imaginarias que llamamos fronteras se levantan muros que no solo afecta al desplazamiento de seres humanos, sino también al de especies salvajes. Somos la barrera más poderosa, un «accidente geográfico».
En las líneas imaginarias que llamamos fronteras se levantan muros que no solo afecta al desplazamiento de seres humanos, sino también al de especies salvajes. Somos la barrera más poderosa, un «accidente geográfico».
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La migración humana tiene motivos diversos: políticos, económicos, guerras, etc.; pero también climáticos —estos últimos también están afectando a las especies animales y vegetales—. Shah se detiene en ejemplos de cómo EE. UU. y Europa han lanzado campañas en las que la inmigración ha sido vista como una amenaza global, como en los casos recientes de refugiados que huían de los conflictos bélicos de Siria y Afganistán. En las más de 400 páginas que componen La próxima gran migración (Continta me tienes, 2022), Shah repasa la historia del denominado «racismo científico», al que tacha de pseudociencia por no demostrar objetivamente sus conclusiones, y rebate, mostrando un gran conocimiento y manejo de datos sobre el asunto, mitos antiinmigración tales como el del mestizaje como primer paso hacia la extinción humana o el pasado sedentario de nuestra especie, con argumentos científicos que precisamente muestran lo contrario. Este ensayo recorre la historia de la biología y de las teorías evolutivas hasta llegar a aquellos autores cuyas obras han servido de bibliografía básica para generar fake news propagandísticas que demonizan el instinto de migración. Aquellas que la ven como una amenaza en lugar de una oportunidad al vincularla con la violencia, la delincuencia, las enfermedades, el retraso tecnológico e incluso los desastres ecológicos. En completo desacuerdo con tales ideas, Sonia Shah sostiene que nuestros cuerpos están hechos y preparados para migar y que es connatural a nuestra especie el desplazarse —expone incluso la posibilidad que varias investigaciones apuntan hacia un gen que explique esta tendencia—. Es decir, el papel crucial que jugó en nuestra evolución la capacidad que tenemos de recorrer enormes distancias y de mudarnos de lugar y de adaptarnos a sus condiciones aunque estas sean adversas —modificándolas si hiciera falta—.
Shah repasa la historia del denominado «racismo científico», mitos antiinmigración tales como el del mestizaje como primer paso hacia la extinción humana o el pasado sedentario de nuestra especie, con argumentos científicos que precisamente muestran lo contrario.
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Shah parte, entre otros, de Linneo, padre de la taxonomía de los seres vivos y de su división en reinos, quien a pesar de que, según ella, huyó de la cuestión de la clasificación humana, cuando la trató fue prestando más atención a las diferencias entre razas que a las similitudes. A partir de ahí, la autora expone numerosas muestras de un racismo científico —por parte de nombres como Henry Fairfield Osborn, Madison Grant, Charles Sutherland Elton o Paul R. Ehrlich, entre otros— que pretenden mostrar una superioridad europea por encima de las razas del resto de continentes y, a su vez, tratan de eliminar la posibilidad de una ascendencia común de los humanos. Teorías que, para justificar la expulsión de inmigrantes y el cierre de las fronteras de un territorio, hablan de los peligros de contaminación del mestizaje, del extranjero como «débil mental» o de una superpoblación mundial, a partir de la cual se relaciona agresividad y pobreza. Discursos no solo ya racistas sino también clasistas y sexistas, como expresan estas palabras de la propia autora: «A sus élites no les importaba culpar de la pobreza y el hambre en sus países a la fertilidad de las mujeres pobres en lugar de, por ejemplo, responsabilizar al opresivo sistema de castas o a la corrupción generalizada de la cual se benefician.»

A lo largo del ensayo, desde su logrado tono crítico y reflexivo —alejado del sermón—, Sonia Shah es también consciente del problema al que nos enfrentamos con el cambio climático, por ello prevé que la próxima gran migración esté relacionada con desastres ecológicos y medioambientales, más que por ninguna otra causa, como ya ha empezado a suceder con las sequías y el deshielo. Y señala que si desplazarse es connatural al ser humano, algo propio de nuestra especie, la migración debe ser tomada como solución, no como crisis.
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