Desde la aparición de la sentencia de La Manada y de los últimos y sangrantes casos de violencia de género, siempre aparece la misma pregunta: ¿cuándo vamos a estar seguras? Hemos dejado de ir por sitios oscuros, enviamos un WhatsApp cuando llegamos y mandamos nuestras ubicaciones cuando quedamos con alguien nuevo o que hemos conocido por una aplicación de ligue. ¿Nos merecemos seguir teniendo miedo?
Hemos hablado con Estefanía Romero, que dirige la escuela de defensa para mujeres Women Defensus Vallecas, donde enseña técnicas físicas y psicológicas para enfrentarse y superar con éxito una situación de peligro.
De un tiempo a esta parte, estamos tomando conciencia de que la calle es tan de las mujeres como de los hombres, y que vamos a recuperarla. ¿Cuáles fueron tus motivaciones para entrar en el mundo de la defensa personal y montar la escuela?
Comencé a practicarla con 18 años. Empecé a salir de fiesta, y quería sentirme más segura durante la noche y al volver a casa. Me apunté con la idea de ir a algunas clases y aprender lo básico, y ya llevo ocho años formándome. Decidí montar la escuela para ayudar a otras mujeres a defenderse y a vivir tranquilas. La defensa personal me ayudó mucho a nivel de autoestima y confianza en mí misma, y me encantaría que otras consigan los mismos beneficios.
En mi experiencia como alumna observé que había mujeres que acudían a los seminarios pero luego no se incorporaban a las clases. Muchas habían sufrido algún tipo de violencia y comentaban que no se sentían cómodas practicando con hombres. Por eso decidí montar una escuela solo para mujeres, para que cualquiera que quiera aprender a defenderse vea en mis clases un espacio seguro en el que aprender, compartir miedos y avanzar a su ritmo sin presión.
Si no eres una persona deportista o tienes algún tipo de problema de salud… ¿puedes aprender autodefensa de forma útil?
Por supuesto. Cuando comencé a hacer defensa personal no practicaba ningún deporte, además, soy asmática, y no he tenido nunca dificultades para poder defenderme de cualquier agresión. Siempre animo a las alumnas a que si tienen algún problema de salud (agudo o crónico) me lo comenten antes. Mi hermana gemela es fisioterapeuta y, cuando tenemos alguna alumna con alguna lesión o limitación física, me ayuda a adaptar la técnica para que pueda aprender sin problemas.
Estamos viendo sistemas de defensa tipo punzones o puños americanos camuflados en bolsos de mano, y la policía ya ha advertido de su ilegalidad. La ley tampoco permite podemos usar gas pimienta (aunque hay recetas para formularlos de manera casera por las redes). ¿Recomendarías su uso como apoyo a nuestra autodefensa?
En nuestra disciplina desaconsejamos cualquier instrumento de defensa que sea ilegal. También el gas pimienta, dado que podemos dañarnos a nosotras mismas con él, puede fallar, puede caerse o podemos no encontrarlo en el estado emocional en el que estaremos en una situación real.
¿Cómo planteáis el sistema de aprendizaje y de trabajo?
Las clases de defensa personal femenina tienen una periodicidad semanal y son de dos horas. En ellas abordamos a nivel psicológico, teórico y práctico diferentes tipos de agresiones y amenazas que podemos sufrir las mujeres a manos de un conocido o desconocido, y cómo defendernos de ellas. Una mujer puede comenzar las clases en cualquier momento y seguir fácilmente las explicaciones sin perderse ni quedarse retrasada con respecto a sus compañeras. Durante las sesiones emparejamos a alumnas más avanzadas con alumnas nuevas para que unas sigan perfeccionando la técnica mientras que las otras la aprenden por primera vez.
¿A qué público al que te diriges? ¿Qué historias traen tus alumnas? ¿Con cuantas clases podemos empezar a sentirnos más seguras?
Nuestras clases son para cualquier mujer mayor de 13 años que quiera aprender a defenderse. Tenemos adolescentes que vienen con sus madres, grupos de amigas de la universidad o del trabajo que vienen a aprender juntas o mujeres más mayores que quieren vivir más seguras. Hay alumnas que han sufrido violencia y alumnas que no han sido víctimas de ninguna agresión, pero quieren saber cómo afrontarla si algún día la sufren. Desde la primera clase, las alumnas aprenden técnicas para aplicar si esa misma semana sufren una agresión. Son necesarias unas 10 o 12 clases para perfeccionar y automatizar las técnicas que abordamos.
No siempre el atacante es un señoro con pasamontañas y navaja, en muchos casos es un conocido. ¿La forma de tratar la agresión desde el punto de vista de la autodefensa es la misma? ¿y si sufres bloqueo a causa del pánico, eso también se puede trabajar?
No, no siempre es la misma. Si hablamos de violencia sexual, 8 de cada 10 agresores son familiares o conocidos de la víctima. En cuanto a las técnicas que utilizamos para defendernos, enfrentamos igual una agresión producida por una pareja o expareja que la recibida de un desconocido, y todas las técnicas las practicamos tanto en estático como de forma dinámica y en situaciones de estrés. Hacemos circuitos en los que combinamos varios tipos de agresiones y nos defendemos de varios agresores. Es normal que en cuando practicamos se produzca ese bloqueo psicológico, por eso es muy importante practicar las técnicas muchas veces bajo estrés, para automatizarlas. Si conseguimos hacerlas sin pensar durante las clases, tendremos más posibilidades de que este no ocurra en una situación real.
¿Nos puedes dar algunos consejos generales, más allá de los que nos da el patriarcado, de que no vayamos por sitios oscuros o no nos pongamos minifalda?
Lo que aconsejamos es estar siempre alerta ante cualquier situación que pueda plantear una amenaza o una agresión. Si se produce, hemos de tratar de mantener la calma y ponernos en posición de guardia preventiva -con los brazos flexionados frente a nuestra cara-. Debemos acompañar nuestra postura de mensajes verbales que traten de apaciguar al agresor pero, cuando invada nuestro espacio vital, es cuando debemos comenzar a defendernos. Es importante que sepamos dónde golpear. Tenemos que buscar nariz, ojos, cuello… y además de usar nuestras manos, usar también las piernas y dar el clásico rodillazo o patada a los genitales. Podemos utilizar objetos que tengamos a mano como bolígrafos, llaves, nuestro propio bolso o un paraguas para atacar en estos puntos. Es muy importante, cuando nos defendemos, no olvidar que la respuesta de autodefensa ha de ser proporcional a la agresión que sufrimos.
Puedes contactar con ella y recibir más información a través de Instagram, Facebook o en su mail womendefensusvallecas@gmail.com
Sola, borracha quiero llegar a casa.