La hija de Victoria y David Beckham, que tiene seis años, ha sufrido ataques en la cuenta de Instagram de sus padres por parte de seres que sugerían que había cogido peso y que estaba engordando.
¿Qué le estamos haciendo a Harper Beckham? Lo mismo que a todos aquellos niñxs que se quedaron sin autoestima por entrar a valorar su aspecto físico en su primera infancia: Someterlos a comentarios de esta índole en un momento en que ni siquiera pueden razonar o pelear que eso no es verdad, asumiéndolo de por vida y evitando que tomen decisiones inteligentes basadas en una buena relación con su físico. Matando su capacidad de relacionarse de forma sana con la comida sin ver en ella al enemigo. Dejándoles en una posición de debilidad ante un mundo que machaca al débil y al no normativo.
Hasta aquí ya lo sabíamos.
¿Dónde está la raíz de este problema?
Cuando tienes un bebé el peso es el gran tema. Padres, madres, matronxs, pediatras… todos se preocupan por el peso. Mientras más pese. mejor. ¡Qué bebé más hermoso, pesó 3,800 al nacer! ¡Ha cogido 500 gr en una semana! ¡Está en percentil 90 de peso! Vivimos en mundo a favor de bebé rechoncho donde, los que no lo son, han de ser atiborrados a leches artificiales y papillas edulcoradas para cumplir la norma que se espera a esa edad.
Aproximadamente a partir de los 3 años y medio, con la entrada masiva de los niños dentro del sistema educativo , las reglas cambian. Y el niño al que en percentil 99 se le veneraba por sus redondeces, se convierte en el gordo de la clase… y empieza su infierno.
La autorregulación alimentaria debería ser un tema de obligado seguimiento en la infancia. Dejar que cada niño coma según sus necesidades sin obligarle, hace que desarrolle una mejor salud alimentaria y se mantenga en peso equilibrado. Y ese peso equilibrado que puede no ser normativo y no corresponder a los cánones de belleza pre establecidos, claro.
Si durante el crecimiento y el aprendizaje inculcamos a los niños conceptos de belleza y necesidades alimentarias basadas en el chantaje emocional, nos cargamos esta autorregulación. Esto provocará, en la edad adulta, que te comas ese trozo de pizza que queda aunque ya estés lleno o que te mueras de hambre solo para poder lucir un vestido en una boda. Ambos comportamientos son igual de estúpidos.
Pasamos de meterle la cuchara hasta la garganta a un bebé a decirles: no comas más que estás cogiendo peso, consiguiendo así que su relación con la comida en un futuro sea desequilibrada e insana, en cualquiera de las dos direcciones .
Harper Beckham tiene seis años. Crecerá, y leerá en las redes que a sus seis años alguien la acusó de no poseer un físico normativo, como si eso existiese. Tomará muchas decisiones en su vida sobre su aspecto, debido a quiénes son sus padres y a la presión de los medios.
Nos echaremos las manos a la cabeza cuando aparezcan anorexias, bulimias, diabetes asociadas a la obesidad… Pero de momento lanzamos a los niños de seis años a sentirse infelices en un cuerpo (y una mente) que está por hacer. En un mundo donde existen YouTubers que se jactan de comerse pizzas de 3000 calorías y blogs donde existen trucos para esconder la anorexia.
Hasta entonces, nos lavaremos las manos diciendo lo mal que nos parece que llamen gorda a una niña de seis años.