El patriarcado contemporáneo está especializado en
invertir los significados para despolitizar y
dulcificar los mecanismos de dominación.
Beatriz Ranea.
Lo uno frente a la multiplicidad de los otrxs. Lo propio frente a la máscara. La naturaleza frente a la cultura. La idea y la materia. El patriarcado muta con rapidez; la misma celeridad con la que cataloga, encorseta y encasilla en dicotomías excluyentes, y sanciona las disidencias e intentos de escapada de los mandatos de género. Los mecanismos a través delos que se impone el patriarcado atraviesan un sinuoso camino desde una sutileza casi imperceptible,hasta la más feroz de las violencias contra aquellos cuerpos que no se acomodan ni se asientan en losroles de género considerados adecuados.
El nuevo libro de la profesora, socióloga y antropóloga Beatriz Ranea, Desarmar la masculinidad (Editorial Catárata, 2021 ), comienza con una pregunta fundamental: «¿Y si comenzamos acercándonos a la masculinidad como una función, una de las más antiguas, una narrativa cultural e histórica que, sibien ha cambiado a lo largo de los siglos, ha seguido construyendo un relato hegemónico?». No hay nada de espontáneo en la masculinidad, a pesar de que el género masculino haya sido construido como la norma dentro del orden androcéntrico.
«¿Y si comenzamos acercándonos a la masculinidad como una función, una de las más antiguas, una narrativa cultural e histórica que, sibien ha cambiado a lo largo de los siglos, ha seguido construyendo un relato hegemónico?»
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El libro de la profesora Ranea deshace de manera brillante las opacidades en torno a la construcción de las masculinidades, porque como expresa: “más allá de las diferencias corporales, se entiende que no es posible demostrar que los patrones asignados a cada género sean innatos, sino que estos forman parate de un entramado sociocultural e histórico”.
¿Qué es un hombre?, ¿cómo se llega a serlo? No hay respuestas únicas porque hay distintos grados, pruebas y procesos de encarnación en la producción de la masculinidad.
Los estudios en el campo de las masculinidades son relativamente recientes. En el libro se establece una diferenciación entre estudios desde y sobre la masculinidad, dependiendo si hay un cuestionamiento del poder o no. Es fundamental reconocer “la matriz feminista para analizar las relaciones de género como relaciones de poder”.

En esa constante construcción dicotómica y excluyente que realiza el patriarcado, Beatriz Ranea analiza la masculinidad hegemónica frente a la feminidad enfatizada. Estudia las obras de Rita Segato, Raewyn Connel, Elisabeth Badinter, Pierre Bourdieu, Jokin Azpiazu, Celia Amorós, Judith Butler, Monique Wittig y una larga lista de autores para iluminar de manera pormenorizada los procesos en los que se despliega la masculinidad, una masculinidad que expulsa la feminidad. Analizando la obra de la filósofa Celia Amorós encontramos en el libro lo siguiente: “la autopercepción por parte de los varones de su virilidad no se produce nunca in recto -¡Qué macho soy, soy un hombre!- sino que, contra lo que podría parecer, se agota en la tensión referencial hacia los otros varones”.
El espejo en la construcción de la masculinidad parece fundamental junto con los ritos, las
exclusiones, la confraternización o la violencia hacia el cuerpo de las mujeres. También la trampa, porque llegar a la masculinidad perfecta e ideal esdifícilmente alcanzable e incluso se requiere una imposición de reafirmar constantemente el estatus de virilidad.
El espejo en la construcción de la masculinidad parece fundamental junto con los ritos, las
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exclusiones, la confraternización o la violencia hacia el cuerpo de las mujeres.
Existe una interseccionalidad necesaria en estos procesos de construcción de la masculinidad que se analizan en el libro. Me gustaría subrayar el importante análisis que realiza la autora sobre el fútbol, violencias en redes sociales, las reacciones antifeministas, la construcción del héroe, etc.
No quiero terminar esta reseña sin citar las palabras de Beatriz Ranea cuando afirma que: “desarmar la masculinidad es humanizarla. No en el sentido de lo humano como sinónimo de hombre, sino de humanidad que conforme otras miradas desde la empatía, el cuidado, el reconocimiento y la desvinculación del uso de la violencia”
Un libro valioso, con claves fundamentales para que empecemos a abolir esa masculinidad que agrede y agrede, y no se permite llorar.
Puedes hacerte con este libro en tu librería preferida, en la web de la Editorial Catarata o aquí.