El lenguaje no es solo un inocuo sistema de comunicación o un esquema cognitivo para representarnos el mundo […] es también un mecanismo simbólico que genera y reproduce poder
Lingüística se escribe con a es un ensayo completísimo con perspectiva de género acerca de la historia de las ideas sobre el lenguaje.
La propuesta de Teresa Moure no es —o no solamente— recuperar nombres femeninos olvidados y crear una genealogía paralela a la que nos muestran los manuales académicos, sino que va mucho más allá: ofrece una reflexión amplia y profunda sobre la exclusión sistemática de las mujeres en el discurso hegemónico del mundo científico y académico. Para ello, se zambulle en temas periféricos, en aquellas ideas que el discurso oficial ha considerado menores, que han pertenecido tradicionalmente tanto a las mujeres como a otras subalternidades (perspectivas racializadas, ecológicas, de clase…).
El libro se estructura en diferentes capítulos que se centran en distintos sectores o ámbitos de estudio (criptografía, traducción, primatología, antropología, sociolingüística, gramática, filosofía…). Resulta realmente curioso ver cómo, en esta visión poliédrica de la historia canónica de la ciencia y el conocimiento, hay ciertos aspectos que se repiten a lo largo del tiempo y en todas las disciplinas.

Para mí, ha sido sorprendente y muy gratificante descubrir todas las aportaciones de la visión femenina que nunca nadie me había contado (nuevas metodologías de investigación, la traducción política y ética, la sociolingüística femenina, los procesos de higiene verbal, los cambios de paradigma resultado de su propio orden de prioridades…). Me ha fascinado conocer el trabajo que realizaban las criptógrafas en la Segunda Guerra Mundial, descifrando mensajes secretos, desencriptando códigos, traduciendo y difundiendo informaciones falsas. Por supuesto, este trabajo se les adjudicó no por lo que tiene de fascinante, sino porque se consideraba un trabajo mecánico y tedioso que requería intuición femenina. Otro caso interesante es el de las primatólogas. Encargadas de recopilar datos en el trabajo de campo (otro trabajo mecánico y tedioso; y otro caso en el que, el posterior análisis e interpretación de esos datos les correspondía a ellos), pusieron el foco y el punto de interés en aspectos que los hombres jamás habían considerado: observaron y estudiaron a crías y hembras (no sólo machos, como se había venido haciendo), atendieron a las tácticas de supervivencia, observaron la vida cotidiana y la comunicación entre miembros de la comunidad, etc. Estos cambios de procedimiento implicaron cambios conceptuales que sacudieron el campo de la primatología, pero también el de la lingüística con el desarrollo de la zoosemiótica.
Ha sido sorprendente y muy gratificante descubrir todas las aportaciones de la visión femenina que nunca nadie me había contado (nuevas metodologías de investigación, la traducción política y ética, la sociolingüística femenina, los procesos de higiene verbal, los cambios de paradigma resultado de su propio orden de prioridades…).
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El hecho de que, sistemáticamente, todo conocimiento marginal sea aplacado por unas estructuras de poder que obedecen a un único perfil (el del hombre blanco, burgués y heterosexual) nos obliga a cuestionarnos todo el saber que hemos alcanzado y a tomar conciencia de la importancia de democratizar el conocimiento y de modificar el orden oficial para contrarrestar las injusticias de esta visión sesgada que se nos ofrece.
Si bien es cierto que es un libro recomendable para cualquiera que tenga interés en la historia de la ciencia y el conocimiento, o en cómo las estructuras de poder deciden qué asuntos son primordiales y qué asuntos quedan excluidos del discurso oficial, resulta especialmente revelador para quienes tienen especial interés por el lenguaje y sus implicaciones. Moure desgrana por qué el lenguaje es patriarcal y opresor, cómo afecta a las mujeres como individuas y cómo colectivo, qué estrategias se han propuesto y se proponen para evitar tanto el sexismo como otras cargas discriminatorias que nuestro lenguaje arrastra (racismo, homofobia, binarismo, capacitismo…). En resumen, cómo hacer que nuestro lenguaje esté libre de violencia simbólica, y sea más justo y menos discriminatorio, para que nuestra sociedad y nuestra historia también lo sean.
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Este texto está escrito por Anna Alberola. Anna es poeta, licenciada en filología hispánica y trabaja como correctora ortotipográfica y de estilo . Puedes seguirla en Twitter.
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