Elegía para Roberta Marrero

Bajo el cielo de la tarde silente,

se apaga una estrella en el vasto lienzo,

Roberta, tu voz, cual canto ardiente,

resuena en el alma con eco inmenso.

Tus pasos, cual danza en campos de sueños,

dejaron huellas de vida y amor,

en cada verso, en cada diseño,

un rastro eterno de tu fervor.

Tu risa, que era el sol en invierno,

y tus ojos, espejos del arte,

han dejado un vacío eterno,

que el tiempo mismo no puede apartarte.

Roberta, flor de noches y días,

creación sublime de mil colores,

tu esencia vive en nuestras poesías,

tejiendo sueños y desvelos mayores.

Hoy el viento susurra tu nombre,

en los rincones del alma que llora,

y aunque el mundo sin ti se transforme,

tu luz nos guiará, salvadora.

Descansa en paz, musa incansable,

entre estrellas y sueños dorados,

tu legado será imperecedero,

en el corazón de los inspirados.

En el jardín de las almas olvidadas,

donde los susurros del viento son lamentos,

se escucha el eco de risas calladas,

y el murmullo de antiguos pensamientos.

Ahora el mundo llora tu partida,

y el silencio se vuelve un poema,

cada lágrima es una herida,

y cada suspiro, un último tema.

Tus palabras serán nuestras guías,

en las noches de profunda oscuridad,

y en nuestras almas, tus melodías,

serán faros de infinita claridad.

En cada flor que alza su fragancia,

en cada ola que besa la arena,

tu memoria será la danza,

de una vida que nunca se apena.

Lloramos tu ausencia, celebramos tu vida,

en cada lágrima, un canto de honor,

pues fuiste valiente, jamás escondida,

una travesti con coraje y amor.

Roberta, tu nombre es un canto,

un eco que nunca morirá,

en cada travesti, en cada encanto,

tu esencia por siempre vivirá.

Roberta, Roberta, Roberta,

nunca olvidaré nuestra canción.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.