Remedios Zafra (Zuheros, 1973) explora en El bucle invisible de qué modo impactan actualmente en el trabajo, y en la vida cotidiana, los algoritmos y la aplicación de la inteligencia artificial. En este ensayo se exploran también los desafíos y las contradicciones a las que nos enfrentamos en un mundo contemporáneo, globalizado y desigual, particularmente en los campos de la academia y la cultura digital, así como en el trabajo que desempeñamos en el día a día. En este sentido entronca con sus anteriores trabajos, los imprescindibles El entusiasmo: precariedad y trabajo creativo en la era digital (2017) y Frágiles: cartas sobre la ansiedad y la esperanza en la nueva cultura (2021), ambos editados por Anagrama.

El tema central del libro es ese “bucle invisible” que nos mantiene atrapados en patrones de (auto)explotación y frustración, mientras normalizamos el agotamiento, que el trabajo duela o estar viviendo una vida hiperproductiva y sepultada por la mediación tecnológica. Zafra sostiene que este bucle es producto de la lógica neoliberal de la eficiencia, que solo valora el trabajo (también el creativo) en la medida en que contribuye a la economía de mercado.
En estas lógicas laborales que se ven beneficiadas por la aceleración y la saturación, la tecnología configuran nuestras interacciones con el mundo. La tecnología es hija humana, sostiene la autora, por eso mismo no debemos olvidar que las máquinas que programan, analizan, registran (y que saben tanto de nosotros) tienen sesgos. Es decir, se incide sobre la naturaleza ambivalente de estas tecnologías como herramientas de em(poder)amiento y control.
A lo largo de cinco bloques (Trabajo y cultura algorítmica, La repetición como cemento simbólico del poder, Números (no) hacen palabras, Máquinas no comen humanos y Empatía y poder. La humanidad leída y las máquinas), Zafra recurre a diversas referencias culturales (Simone Weil, Virginia Woolf, Cathy O’Neil…) así como a sus propias experiencias personales. También nos retrotrae en sus referencias a su anterior ensayo (H)adas: Mujeres que crean, programan, prosumen, teclean (2013, Páginas de Espuma).
Mención especial merece la crítica al sistema educativo universitario, que señala que al mismo tiempo que el modelo de las universidades privadas se ha extendido como un modelo de negocio, en una marca. Pasamos de la formación a la competición por rankings, a la burocratización y precariedad de docentes e investigadores, que, vulnerables, ejercen su trabajo en condiciones de temporalidad, lo que les lleva a autocensurarse.
Pasamos de la formación a la competición por rankings, a la burocratización y precariedad de docentes e investigadores, que, vulnerables, ejercen su trabajo en condiciones de temporalidad, lo que les lleva a autocensurarse.
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El libro está enfocado precisamente en esa precariedad que no se abandonó en los ensayos anteriores, ya que una de las características del bucle invisible es la temporalidad y fragilidad del trabajo moderno. “Identificar al que manda es complicado en la interconectada red de empresas y servicios que estructuran el hábitat digital. Entre otras cosas porque los que mandan nunca son los que cogen el teléfono. Muy al contrario, quienes en los últimos tiempos atienden las quejas y reclamaciones suelen ser los más precarios y volátiles del personal, los que escuchan y registran incidencias en bases de datos que serán leídas por máquinas y por otros trabajadores”. Señalando esta violencia burocrática, como ella lo denomina, entendemos parte del bucle que mantiene las estructuras de desigualdad.
En esta inseguridad la búsqueda de trabajo es constante, como también lo es navegar por complejas redes de relaciones y adaptarse constantemente a las cambiantes condiciones del mercado. Este bucle perpetúa el mito del individuo «hecho a sí mismo», ocultando los factores estructurales que contribuyen al éxito o al fracaso en las industrias creativas. El sujeto que es “yo-marca” es otro producto del tecno liberalismo, y de esto bien saben los freelancers: “Muchos trabajadores contemporáneos necesitan aparentar para vivir en el escaparate del mundo digital, es decir, para estar en venta en la red. Y esta máscara se alimenta como algo propio de las construcciones subjetivas de ahora. Un envoltorio capaz de transformarnos en productos más atractivos para el mercado”.
Siento El bucle invisible como una esperada y necesaria continuación de los dos últimos ensayos de Zafra, un análisis crítico de las dinámicas culturales y económicas que sustentan la precariedad contemporánea, y una llamada a la acción para que desafiemos estas estructuras. Asomarse a estos “bucles invisibles” que nos mantienen agotados es tanto una llamada a la acción como a la reflexión, y una invitación a que nos unamos a la lucha por un mundo más justo y equitativo. A apostar por “fórmulas de producción y trabajo más sostenibles y que favorezcan una más justa distribución de la riqueza, los tiempos y el conocimiento”, que nos lleve a “preguntarnos para qué valen trabajos y tecnologías”, y “por qué no están puestas nuestras energías en la posibilidad de mejora social” y global.