La mirada lúcida desde la gasolinera

Todos somos raros. Todas somos raras.

Decía Tolstoi que «Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera», probablemente porque las familias felices no existen; porque toda esa imaginería que construimos hacia el otro, no es más que producto de nuestra imaginación. La felicidad es una broma de mal gusto de lo cotidiano, un espacio que no se conserva, que se llena de grietas por donde se cuela la humedad, el silencio, la luz y la mierda.

Isabel González, en Nos queda lo mejor ( Páginas de espuma, 2022), nos lleva de paseo, nos coge de la mano y nos saca a la calle a mirar a través de las ventanas de las casas, como si fuésemos turistas en Holanda que nos asomamos curiosos a las vidas que enmarcan esas grandes ventanas sin cortinas ni persianas, que nos permiten curiosear e imaginar qué sucede al otro lado.

Isabel González bebe a morro de la tradición de autoras como Carson McCullers, Amy Hempel y Grace Paley —de quién podéis escuchar la ponencia sobre ella de la propia autora aquí—, también del arte (otra de las pasiones de la autora) y de una simiente de lo rural, cercano al Twin Peaks rural que probablemente tenga mucho que ver con haber crecido en una gasolinera y haber podido acceder a la idiosincrasia humana en su versión más kitsch desde la más tierna infancia.

Nos queda lo mejor se divide en cuatro partes de tres relatos cada una que corresponden a las estaciones del año, comenzando en el seco verano y todas las carencias y luminosidades que a veces implica y terminando con el segmento de primavera, donde el florecer, en los relatos, tiene en muchas ocasiones más que ver con la toma de conciencia de que no se encaja y, aún así, no saber si se es capaz de cambiar nada.

Aunque varios de los relatos del libro me han hecho reír y pararme a pensar —señal inequívoca de que estás ante una buena historia—el relato «Nadie cumple años», perteneciente al septiembre otoñal me ha producido grandes dosis de empatía y ternura, de identificarme y pensar en mis años realmente cumplidos y de recordar en paralelo, un relato de la autora Sandra Cisneros, que trata este tema de que quizá no cumplimos los años en el orden que creemos. Nos os cuento más, tenéis que leerlo.

La única pega que le puedo poner al libro, es que he echado de menos en su portada una de las fotografías de las obras de la propia autora, que si no conocéis podéis cotillear en su Instagram.

Para cerrar el libro solo os diré que se ven envueltos señoros, deseo y Marina Abrámovic, complicado no caer en la tentación, ¿verdad?Y es que, en el fondo, todos somos raros, todas somos raras.

Podéis haceros ya con este libro en vuestra librería preferida o en la web de la editorial Páginas de Espuma.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.