“La soledad está antes de decidir tener una existencia política, no después”.
Paco Vidarte, Ética Marica.
Las que nos quedamos de este lado no somos hijas huérfanas, ni bastardas, o al menos no del todo, siempre nos quedará el inmenso consuelo de no encontrarnos con la página en blanco, además de contar con la fortuna de que si en algún momento de profunda apatía política nos zambullimos en el pozo de la flaqueza LGTBQ, siempre podremos recurrir al libro del ya fallecido Paco Vidarte, Ética Marica (Editorial Egales, 2007).
Durante años he convivido con un misterioso enigma en mi biblioteca, nunca supe bien el porqué tenía dos ejemplares del libro. Ahora que lo estoy releyendo para escribir esta reseña, la incógnita se ha resuelto parcialmente: quizá era el miedo a perderlo el que me llevó a hacerme con un segundo ejemplar de repuesto, o lo que es más probable es que el interruptor hiciese clic y hubiese elaborado un plan para hacer proselitismo con él.
Paco Vidarte, grita en Ética Marica – aunque pensándolo con más calma no es un grito, es un aullido – “desde un sinsabor molesto por verme inmerso en un bloqueo mental y militante que se me antoja insuperable, desde la necesidad y la urgencia de superar un entreguismo desengañado ante lo que se ha hecho y se está haciendo”, escribe.
En estos días en los que algunos sodomitas de derechas se han convertido en los voceros de lo despiadado, de la insolidaridad y pactan con aquellos que desean la extinción de la mayoría de nosotras, la lectura o relectura de este libro-rizoma, panfleto o manifiesto, es más imprescindible que nunca, contiene claves inmensas, propuestas necesarias y deja preguntas abiertas que deberían estarlo para siempre.
Vidarte plantea la necesidad de una Ética Marica “hecha por nosotros y para nosotros”, la intención de su escritura es política y reniega de una ética universalista diseñada para todo el mundo, porque esa supuesta universalidad contiene el germen de la discriminación y de la masacre. Una Ética Marica que: “debería recuperar la solidaridad entre sí de los oprimidos, discriminados y perseguidos, evitando ponerse al
servicio de éticas neoliberales”.
La memoria como soporte ineludible porque como nos recuerda: “la memoria no es algo para sepultar o no, sino que está ahí siempre” y recalca en un ejercicio de justicia histórica de una valentía inmensa algo en lo que vengo pensando con especial intensidad en los últimos meses: “A veces cuando hablo de maribollos, maritrans, transhomofobia, puede parecer que me limito a repetir una coletilla en la que quepamos todas, pero que la voz cantante la llevan las maricas y a las demás se las incluye en plan buen rollito generoso pero sin mucho convencimiento. Justamente es todo lo contrario, creo que todo el discurso teórico sobre el que me apoyo y el trasfondo revolucionario sobre el que se asienta el movimiento LGTBQ proceden casi exclusivamente de las trans y de las lesbianas”, y yo añado que la preeminencia de la G del acrónimo LGTBQ no deja de ser herencia del peor pasado patriarcal.
Contra la búsqueda de determinadas esencias porque eso nos puede conducir a la distopía que parecía lejana pero que asoma la cabeza en las últimas semanas en forma de terapias de supuesta “reconversión” y también contra la unidad porque la unión “siempre beneficia a los más poderosos entre los que se unen”. Deseaba Paco Vidarte en la contraportada del libro que algo se pusiera en movimiento tras su lectura, el objetivo creo que está más que logrado, sólo hace falta abrir las páginas deeste libro inmenso y hacer dar ese salto necesario para construirnos como maricas, como bolleras, como transexuales. Ayer escuché cómo la escritora Socorro Venegas decía que el duelo consiste en comprender. Me ha costado mucho tiempo comprender que Paco Vidarte ya no está de este lado, pero su libro sí, su esperanza en las nuevas generaciones de jóvenes LGTBQ y su política perra es un edificio sólido al que siempre podremos recurrir.
Leed, por favor, Ética Marica, os hará moveros. Podéis haceros con este libro en vuestra biblioteca o librería más cercana o aquí.
Esta reseña esta escrita por Sergio Vega Tapia (@sergioenbucle). Puedes escucharle en Agora Sol radio en su podcast El gesto más radical
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