‘Cuando me disuelva’, de Román Aday. Un análisis de duelos y esperanzas

Cuando me disuelva quiero ver si todo eso que dicen es verdad. Lo de que vuelve a pasar todo por delante. Esa sí me parece una manera bonita de irse.

La tristeza necesita respirar, solemos esconderla entre capas de ironía, sarcasmo, soberbia e incluso furia. Los disfraces de la tristeza son muy diversos.  En su última novela Cuando me disuelva (Editorial Dieci6, 2024), el escritor y filósofo Román Aday no es indolente a la hora de enfrentarse a ella, al contrario, es profundamente valiente la forma en la que la aborda en su escritura y en su relato. Una disección limpia, sin trazo grueso, un forense honesto ante uno de los sentimientos más invisibilizados de este nuestro de optimismo cruel en palabras de la profesora Lauren Berlant.

Cuando me disuelva es un relato sobre el daño, también sobre la amistad, sobre los restos que quedan después de la rotura, de desesperanza, de búsqueda en la huida y de regresos a ese lugar que podemos llamar casa. Todos hemos querido en algún momento escapar y después no hemos ido a ningún lado, está bien así, hay que  asumirlo. A veces somos audaces, otras cobardes, y en el proceso de ir creciendo y hacerse grande, es tan saludable mirarse en espejos que nos devuelvan todo lo luminoso que nos conforma como también aquella parte de oscuridad que inevitablemente también forma parte de nuestra identidad.

En un momento de la novela, la protagonista le pregunta a su abuela si vivió mucho, esta le responde que no sabe si vivió mucho. Lo que le dejaron. Vivió lo que pudo, y es justo en este momento cuando la lectora es consciente de que se trata de eso: cada uno vive lo que puede, o lo que nos dejan. También todas en algún momento de nuestra vida hemos sentido esa necesidad de cambio, aunque después no hayamos hecho nada para movernos un centímetro del lugar en el que nos encontramos, esa rara incapacidad de movernos de un punto A a un punto B, aunque las leyes de la física sostengan lo contrario.

Cuando me disuelva es una historia de esperas, de regresos, de fracasos, de duelos y de esperanzas, pero es fundamentalmente la  historia de una amistad, la de Arturo y Lola que se conocen y se reconocen. La novela de Román Aday es sobre todo una sobresaliente exploración de la amistad, siempre he creído que la amistad es la más hermosa de las relaciones de parentesco que podemos entablar. Los buenos amigos, como escribe Aday, se conocen tanto que la posibilidad de separación entre ellos roza la imposibilidad. Ojalá así sea. Esta edición viene con una hermosa imagen de cubierta diseñada por Arancha Brandon y una página ilustrada de cortesía a cargo de Andrea Reyes. Papel y pájaros.

Puedes hacerte con este libro en tu librería preferida o en la web de Editorial Dieci6

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