¡Larga vida a nuestras madres!

Cuando recibí Nuestras madres, de Gemma Ruiz, traducido al castellano por Gemma Deza Guil y publicado por la editorial Consonni, pensé, que debido a mi momento personal, iba a resultarme complicado leerlo.

Nada más lejos de la realidad, se trata de un libro vivo, voraz, que hace que quieras conocer cómo termina cada historia en el momento preciso ( y precioso) que comienzas a leerla.

Gemma Ruiz crea diez historias de mujeres, de mujeres madres, pero también hijas, amantes, creadoras, soñadoras, migrantes, lesbianas, tristes, luchadoras, que han tenido que renunciar a una parte de sus sueños única y exclusivamente por su condición de mujer. Pero estas historias no se quedan solo ahí, porque si algo sabe muy bien la autora, y todas nosotras, es que es muy difícil adormilar tu propia condición, y tarde o temprano, con más o menos fortuna, volverá a asomar la patita eso que realmente somos y que hemos sido siempre.

A pesar de su título, la maternidad no es el eje central del libro; es todo lo que se entreteje alrededor, todo eso que sucede por dentro y por fuera de nosotras cuando la sociedad solo ve la crianza y los cuidados como nuestra única labor. También el dolor y la impotencia de quienes no pueden cuidar a sus criaturas por las circunstancias políticas, sociales o personales en las que viven. De eso también se habla.

Es un libro que además repasa la historia de España, Europa y Latinoamérica y cómo esas políticas han destrozado la historia y sueños de muchas mujeres durante décadas; pero no es un libro triste ni paternalista, al contrario, Nuestras madres es un auténtico canto a las segundas oportunidades, a la aceptación de nosotras mismas a través del tiempo, a las heridas que se curan, a las amigas, a aprender a mirar a nuestras madres con otros ojos y a saber que una vida sencilla nunca es simple.

Porque, en Nuestras madres, el clan de la cicatriz son esas redes de mujeres que entretejemos entre nosotras independientemente de nuestro nivel de privilegio y que no solo nos ayudan, nos salvan, ante la seguridad de que cuando caigas, y alguna vez caerás o te harán caer, vas a tener una red debajo.

Un libro que marida, o me recuerda, a Solo para mujeres de Marylin French; uno de esos libros que pasan de mano en mano y te recuerdan que aunque te quieras dejar llevar por el cansancio de la vida en esta sociedad patriarcal debes seguir hacia delante con la cabeza bien alta.

A destacar la ilustración de la cubierta de la premiada Ana Peynas.

Puedes hacerte con este libro en tu librería preferida o en la web de la editorial Consonni.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.