Todos tienen miedo a la inteligencia artificial

Todo el mundo tiene miedo a la inteligencia artificial, pero nadie se plantea que lo verdaderamente peligroso es la estupidez natural que campa a sus anchas. ¿Hasta que punto una máquina puede ser mejor que nosotros? Va a serlo, sin duda, de serie, pero no por su capacidad cognitiva, por su memoria o por su capacidad de resolución matemática; va a serlo porque la ausencia de ira, de avaricia o de envidia la hará siempre mejor que cualquiera de nosotras.

Lo único que le interesa a la gente, de François Blais, traducida por Luisa Lucuix Venegas y editada por Editorial Barret, es una de esas novelas cortas en la línea de Matadero 5 de Kurt Vonnegut, en la que, tras un perfil de humor negro y algunas opiniones que ya resuenan políticamente incorrectas oculta un mensaje más allá de la representación naíf de su portada diseñada por Conxita Herrero. Nunca te fíes de las novelas aparentemente ligeras, que no haya muchas páginas indica, casi siempre, que se ha contado solo lo realmente importante.

Me encanta la ciencia ficción es vox populi, pero sobre todo me gusta esa ciencia ficción, que con fina inteligencia te muestra desde un futuro incierto realidades del presente. Una ciencia ficción llena de filosofía, existencialismo y hasta un poco de nihilismo, para entender desde el ahora como si mirásemos el presente desde el espejo retrovisor del coche (o de un vehículo de teletransporte) . Cuando se queda dando vueltas en la cabeza y te apetece compartir tal lectura todo el mundo.

Siempre me ha perturbado que, en aquellas novelas escritas por una persona que ha decidido terminar con su vida, haya un personaje que proyecta lo que va a suceder. Siempre la presencia velada del suicida, porque si se escribe sobre lo que nos importa, si esa idea sobrevuela tu cabeza, será inevitable que termines escribiendo sobre ella de manera más o menos velada. Aquí es el personaje de la esposa del protagonista, un personaje secundario, pero, que aporta carácter al personaje principal y da ciertos códigos a su comportamiento y cómo es capaz de detectar lo que se supone que le han enviado a buscar, pero no nos adelantemos ni hagamos spoilers.

El libro de François Blais transcurre en un futuro próximo del que no podemos saber si es utópico o distópico para todos los mortales, ya que nos metemos en el modo de vida y en los servicios contratados por las clases más pudientes, y, como ya sabemos, para los ricos todo es fácil. Sabemos que se han desarrollado sistemas de transporte muy potentes que acortan las distancias, y que el idioma más hablado es una derivación del hindú. Asimismo, existe como siempre un desarrollo de la inteligencia artificial y de sus soportes para el disfrute sexual de aquellos que tienen dinero.

En esto la novela nos resuena a Blade Runner, a Ex-Machina; esas mujeres construidas solo para el disfrute de hombres (muy solitarios, muy perturbados) económicamente bien posicionados; la cosificación de la cosificación, el culmen de la propiedad patriarcal hacia las mujeres. Un sueño para muchos, pesadilla para muchas y siempre tropo efectivo de ciencia ficción cuando se habla de futuros.

Pero el problema de estas inteligencias bioperfeccionadas es que pueden desarrollar su sintiencia, aprender e irse humanizando, y esto ya no gusta tanto; para que esto no genere ningún problema de control sobre sus dueños ha de ser medida, controlada, y por supuesto, si se da el caso, «gestionada». La novela juega con esto durante todo el tiempo. ¿Con qué sueñan las ovejas eléctricas? ¿A dónde van las máquinas que se humanizan?.

Una de las ideas más interesantes que tiene el libro es la siguiente: ¿Seríamos capaces de tener la consciencia de una máquina sintiente y ser felices? ¿Cómo de felices son las personas más inteligentes?

Una de las ideas más interesantes que tiene el libro es la siguiente: ¿Seríamos capaces de tener la consciencia de una máquina sintiente y ser felices? ¿Cómo de felices son las personas más inteligentes?

Alicia Santurde

Realmente ¿nos espera un futuro donde las máquinas nos controlen? Las máquinas no tienen ira, no tienen ambición, no sienten deseo y esto es lo que plantea la novela en un mundo en que una máquina no puede tener un sistema límbico y unos sentimientos reales tampoco va a tener las inquietudes y ambiciones que tenemos los seres humanos y que en el fondo nos hacen infelices.

La novela te deja estancada en los pensamientos y las ideas que ha desarrollado a lo largo de las escasas doscientas páginas. Con gran inteligencia por parte del autor y un interesante juego de maquetación, se entremezclan textos que supuestamente están sacados en los libros de textos utilizados en ese momento con datos históricos reales. Mezcla de historia real y ficcionada que te hace dudar y querer comprobar datos todo el tiempo.

Filosofía, hiperstición, inteligencia artificial y marcos históricos reales e imaginarios que se entremezclan. ¿ Qué más se le puede pedir a un libro de este género?

Daros una vuelta por este libro, haced el test y, con un poco de suerte, vosotros tampoco seréis seres humanos.

Puedes hacerte con este libro en tu librería favorita o en la web de editorial Barret

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