‘Ofendiditos’ de Lucía Lijtmaer ¿Se ofende el que quiere o al que le dejan?

Más allá del vocabulario de moda, de que ardan las redes o de que día haya una polémica nueva con respecto al lenguaje inclusivo, este y no otro es el verdadero punto crítico: ¿cómo y por qué hemos aceptado que se demonice la protesta?

Ofendiditos Lucia Lijtmaer ( nuevos cuadernos Anagrama, 2019) 

¿Marginan o integran las redes sociales? ¿Todos los discursos son igual de libres o están pactados los lugares donde unos u otros tienen publicidad? ¿Se ofende el que quiere o al que le dejan? Estas son algunas de las preguntas que te planteas y respondes al leer este ensayo. Porque además de los neolenguajes que tratan de renombrar aquello que molesta, existe un problema más peligroso y profundo: que la libertad de expresión está siendo controlada por el poder político y legislativo al que la prensa no se atreve a mirar a la cara.

Corren tiempos convulsos de la opinión en redes, lugares de reflexión donde el libro Ofendiditos escrito por Lucia Lijtmaer tiene aún más sentido. Ideologías acalladas, tomadas a broma mientras se maquillan a los reaccionarios fascistas, a los violentos, bajo términos tan demagógicos como «constitucionalista», como si aquellos que defienden los derechos fundamentales de los ciudadanos a golpe de protesta,  de sus libertades, no lo fuesen. En estos tiempos  incongruentes de partidismo informativo, de mercantilización de las libertades civiles y opinólogos de redes sociales, la lectura de este ensayo se hace imprescindible.

Porque la ausencia de debate sobre los términos y sobre como estamos ejecutando nuestras conductas, provoca una radicalización de los mismos. Y hacen que ganen los de siempre. Los malos, los violentos, las fuerzas del orden que abusan de su deber legítimo, los idearios extremistas que se aprovechan del tumulto para violentar a quienes defienden sus derechos, y unos medios de comunicación cada vez  más amarillistas sin ningún interés en informar más allá de enganchar volúmenes de audiencia.

No se ofende el que quiere, sino al que le dejan, porque es fácil no entrar a discutir si Rober Bodegas en su famoso monólogo estaba siendo racista ( que lo estaba siendo)  o si se debe evitar en prime time y a un público joven una canción con una expresión que gracias a la revisión actual puede resultar homófoba, pero el problema existe cuando dejamos de cuestionarlo todo.

El termino Ofendiditos como despiece despectivo a todo aquel que se revisa, que intenta aprender a ser más inclusivo y que quiere debatir las conductas que nunca fueron apropiadas y que por fin somos capaces de denunciarlas en pie. Como si leer sobre algo que no conocemos o revisar nuestras ideas a favor de una mejor convivencia fuera algo plausible de sorna, en vez de que queden señalados con el dedo aquellos que se llevan riendo del gordo de la clase desde que estaban en el instituto en cualquiera de sus formas actuales.

Lucía Lijtmaer (Buenos Aires, 1977) en su breve ensayo Ofendiditos, publicado dentro de la colección Nuevos cuadernos Anagrama,  analiza el nacimiento de estos neolenguajes y de su objetivo, que no es otro que reprimir y ridiculizar la legítima protesta. 

Tachar de neopuritanas a las feministas hartas de acoso sexual es una cuestión que debería dar risa, y sin embargo vemos a diario personas que se creen en posesión de la capacidad de gobernar y la palabra negando las evidencias de la violencia machista como  bien explica Rosa Montero explica en este artículo .

El termino ofendiditos busca la infantilización y la feminización de la protesta, busca burlarse de la queja por aquello que siempre fue injusto y nadie se atrevió a hablar. Busca criticar a quienes desarrollamos un sentido crítico hacia los productos comerciales que nos asaltan desde pantallas y estanterías de tiendas y kioscos. Porque no se trata de prohibir a Caperucita roja o dejar de  reconocer que Lolita de Nobokov es un magnífico libro, se trata de aplicar a cada uno de nuestros consumos el ojo crítico necesario para eliminar aquellos comportamientos que generan odio y desintegración social.

Ofendiditos parte de la ausencia y de la necesidad de unas pantallas cálidas donde apoyarnos y reflejarnos.

Puedes hacerte con este ensayo en tu librería preferida o aquí.

2 pensamientos

  1. ¡Wow! ¡Menuda temática, y menuda reseña! Me parecen reflexiones muy interesantes y necesarias hoy en día. Y por cierto, también muy interesante el artículo de Rosa Montero, al que añado otras negativas que son para echarse a llorar, a saber: techos de cristal, abuso o violación, machismo micro y macro y un largo etcétera…

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